Hoy, rodeado de nada más que agua y cielo, he comenzado a preguntarme si estas tierras nuevas que buscamos realmente existen. ¿Será solo un mito, una historia que alguien inventó para tenernos en el mar persiguiendo fantasmas? Quizás fue una broma pesada, y si es así, no me hizo ninguna gracia. ¿O tal vez fue solo un sueño? Algo dentro de mí no quiere rendirse, y aunque las dudas me atormentan, me he aferrado a una pequeña inspiración para convertir esta frustración en música.
La idea se me vino cuando estábamos a medio camino del día. Empecé a tararear algo mientras vigilaba la proa del Explorum Nova Tevra. Los versos surgieron como un eco de mis pensamientos, y pronto comencé a componer una canción. Es apenas un esbozo, un avance, pero pienso llamarla "Volcar el mundo y nada encontrar".
Aquí va el fragmento que he escrito hasta ahora, una especie de himno a esta incertidumbre que nos envuelve y a la esperanza que todavía, por extraña que parezca, se mantiene viva en mí:
"Volcar eu mundis et nata aucantar"
Rumbum n'eu novo mundis,
vamus umquamdum eo tevra.
Na bordus deu Explorum Nova Tevra, ¡na umquar!
Navicandum diæ træ diæ,
ain Iamet nomini,
Ain deis nomini æxta
avæntura que n'eu
triunfum iecara (do novus).
(Chœrum)
Volcar eu mundis et nata aucantar (do novus),
surcantum mær's fohro, arquem fohro arquia,
fohro mutum diæs sit tevra oscolar. (do novus tautum eu chœrum)
Es simple, quizás torpe, pero cada palabra lleva el peso de nuestros días en alta mar. Tal vez algún día, cuando alcancemos esas tierras —si es que existen—, terminaré la canción. Mientras tanto, seguirá siendo el eco de nuestras dudas, la melodía de nuestras esperanzas, y el himno de nuestras largas jornadas sin un horizonte claro.
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