```
Aegis yacía en su cama, sintiendo disminuir el sordo dolor de sus heridas a medida que los tratamientos del doctor comenzaban a surtir efecto lentamente. Sin embargo, su mente estaba lejos de estar tranquila. Sus pensamientos bullían de frustración y sospecha, pero no podía identificar su origen. La gran habitación se sentía sofocante, el aire estaba pesado con el aroma de hierbas y bálsamos. Estaba a punto de cerrar los ojos cuando un suave golpe interrumpió el silencio.
—Adelante —Aegis llamó con voz ronca.
La puerta se abrió chirriando, revelando a Thorne. Su presencia era humilde, sin embargo, Aegis percibió una tensión subyacente. Thorne avanzó y se inclinó profundamente. —Buen día, Su Alteza.
Aegis asintió bruscamente, apenas mirándole. —¿Qué quieres, Thorne?
Thorne vaciló, parado incómodamente junto a la cama, sus mejillas ligeramente sonrojadas. —Su Alteza, hay algo que me gustaría pedirle —comenzó, su voz temblorosa ligeramente.