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—Hey, ¿y dónde crees que vas?
Nyx se detuvo en seco al oír su voz. Se dio la vuelta para mirar a la persona que lo había dicho.
Había una sonrisa burlona en la cara de Aegis —¿A quién tenemos aquí?
Oberón gruñó —me engañó.
—¡Buen trabajo! Realmente los trajiste hasta aquí.
Dora asustada —Neriah, tú... ¿nos trajiste aquí para matarnos?
Neriah apartó la mirada —Lo siento Dora, yo... no pudo completar su declaración.
Oberón apretó los puños —Aegis... sus ojos se oscurecieron.
—¿Así que Neriah, eh? Se acercó a él y le dio una palmada en el hombro —fuiste fiel a tus palabras. ¡Ja! Tengo una gran recompensa para ti.
El corazón de Nyx se aceleró, pensó en huir, pero Dora y Oberón estarían en problemas.
Aegis miró alrededor —Espera... ¿Elena no está aquí? Sus ojos ardieron.
—Oberón no le permitió venir con él, no había nada que pudiera hacer —dijo quedamente.
Aegis gruñó —¡Estúpido mocoso, por qué no está contigo! Le gritó a Oberón.