No podía describir lo conmovida que estaba en este momento. Este iba a ser el día más importante de mi vida.
De ahora en adelante, Miguel y yo estaríamos unidos hasta que la muerte nos separara.
Vería el guapo perfil de Miguel todas las mañanas. Desayunaríamos juntos, saldríamos juntos y apareceríamos como compañeros frente a todos.
Después de que Miguel me marcara, no necesitábamos ninguna prueba. Cualquiera que nos viera sabría que éramos una pareja. No tenía que preocuparme por que Miguel fuera llevado. Una marca significaba que Miguel me pertenecía. Incluso podríamos tener algunos cachorros y criarlos juntos.
Me sentí rejuvenecida por toda esta maravillosa imaginería.
—Sí, acepto.
Miguel escuchó una vez más mi respuesta afirmativa y una sonrisa floreció en su rostro. Su sonrisa me contagió y sonreí dulcemente.
De repente, Miguel me levantó. Extendí la mano para agarrar su cuello y lo miré. No entendía qué intentaba hacer al vestirme y hacer esto.