Amelie se encontraba frente al mostrador de registro del hospital mientras la enfermera buscaba el nombre de Sofía en el sistema. Incluso esos breves momentos de descanso fueron suficientes para ayudarla a recobrar el sentido, ya que no quería aparecer ante Sofía en un estado tan angustiado.
Por una vez, estaba agradecida por la lentitud de los dedos de la enfermera.
—Sofía Fisher, habitación 315, sala de recuperación. Acaba de terminar su terapia física.
La voz animada de la enfermera resonó en los oídos de Amelie, sacándola de vuelta a la realidad. Sonrió, agradeció a la enfermera y se dirigió directamente hacia los ascensores, presionando el frío botón redondo para subir al tercer piso.
Apoyada en la pared del ascensor, captó un reflejo de sí misma en el espejo del ascensor.
—Me veo horrible... Hoy voy a faltar al trabajo; debería pasar este día en cama.