—¿Siempre te has preguntado por qué no pudiste encontrar los papeles de la propiedad que firmé en primer lugar? —preguntó ella. Sin esperar a que él respondiera, continuó:
— Pues, eso es porque los tengo yo. Padre ya firmó esos papeles, y todo lo que crees que él firmó a tu nombre ya estaba firmado a mi nombre, querido hermano.
No solo el corazón de Jack sino el de los demás amenazaba con saltar de su pecho ante las palabras de Anastasia.
—¿De qué demonios estás hablando? —Jack preguntó con el puño apretado.
Suspirando, Anastasia se levantó del sofá y caminó hacia Jack, quien instintivamente dio un paso atrás porque el aura que empezaba a emanar de Anastasia se sentía amenazante.
Aunque una sonrisa había estado en sus labios desde que llegó, esa sonrisa rara vez llegaba a sus ojos. Nunca brillaban sus ojos cuando sonreía. Era más como si les sonriera en burla.