La herida en su frente era profunda, y la sangre le manchaba la mitad de la cara, de manera sorprendentemente alarmante y dolorosamente angustiosa.
Su rostro estaba extremadamente pálido, sus cejas fruncidas por el dolor. Adam Jones se agachó para levantarla, y de vez en cuando, los bajos gemidos de dolor de Elly Campbell llegaban a sus oídos.
—¡Elly! —De guardia, James Churchill sintió un sobresalto de miedo al ver la mitad de la cara de Elly Campbell teñida de rojo sangre, y se apresuró a acercarse.
—Adam Jones, ¿qué le has hecho a Elly? —Con el rostro pálido, apretó los dientes, mirando al inexpresivo Adam Jones, y gruñó su pregunta.
—Ha tenido un accidente de auto; se ha lastimado la cabeza. Examínala —Adam Jones encontraba a James Churchill muy molesto y no quería tratar con él, pero al ver la herida en la frente de Elly Campbell, aún respondió pacientemente con voz profunda.