—¡Abuela! —Luciel corrió hacia la Reina Marianne y la abrazó. Jan lo siguió de cerca. Desde que se enteraron de que la amable anciana que conocieron en el palacio real era su propia abuela, los chicos estaban muy emocionados por conocerla.
Ella era su única abuela conocida, los otros estaban muertos excepto por Isolda que no tenía relación alguna con ellos porque Leland había cortado lazos con su madre hace muchos años.
—Dios... son tan adorables —expresó la Reina Marianne entusiasmada. Se agachó y abrazó a Luciel y luego a Jan. Su rostro irradiaba felicidad. Nicolás observaba la reunión con el corazón lleno de alegría. Su madre finalmente estaba obteniendo los nietos que tanto deseaba.
Ahora, ella ya no intentaba encontrar esposa para Nicolás solo para producir herederos para el trono. Después de descubrir a los chicos, la Reina Marianne se sintió satisfecha y solo deseaba vivir bien hasta su vejez, para poder ver a Luciel y Jan crecer hasta la adultez.