Roxana se sorprendió al saber que el rey tenía un pasaje secreto por donde se escabullía del castillo sin que los guardias se enteraran. Perfecto. Tal vez usaría ese pasaje si algo salía mal durante su robo.
Una vez que estaban afuera y a una buena distancia del castillo, redujeron la velocidad. Roxana miró a Skender. Bajo su capa, llevaba una simple camisa negra, pantalones negros y botas. Y aun así, parecía el mismo. De hecho, hacía que la ropa pareciera más lujosa.
Con su ayuda, podría vender cualquier cosa. Solo tendría que hacer que se la pusiera y se vendería. Hasta haría que un saco pareciera buena ropa con ese cuerpo. Alto, poderoso pero no demasiado grande o voluminoso.
—Su Majestad. ¿Ha estado en el mercado nocturno? —preguntó Roxana.
—No.
Oh. Pobre hombre. Se estaba perdiendo muchas cosas en la vida. —¿Quiere ir allí?
—Si no te importa llevarme.
Ella sonrió. Le mostraría todo lo que se estaba perdiendo. ¿Por qué estaba tan emocionada por ello?