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—¿Artem? —Estaba un poco sin aliento y podía sentir cómo mi corazón latía fuertemente en mi pecho, pero estaba emocionada de verlo. Quiero decir, ¿quién no estaría feliz de ver a la persona sobre la que acababa de fantasear?
—Hola, Estrella. —Él me sonreía felizmente con una mirada cálida en sus ojos—. ¿Puedo entrar? Esperaba que me lo preguntara.
—Claro. —Me hice a un lado para dejarlo entrar en la habitación.
Artem fue a sentarse en el sofá en el que nos habíamos sentado juntos incontables veces. Pensé en todas las cosas de las que habíamos hablado durante sus visitas en esta habitación. Habían habido buenos y malos momentos, pero nunca querría cambiar el haber venido aquí con él.
Me senté a su lado, cerca de él, pero sin tocarlo. Se volvió a mirarme con una expresión tranquila y serena.
—¿Estrella? —dijo mi nombre como si fuera una pregunta, como si fuera algo tan importante.