—Pensé que presentarías más desafío, Howard. Esto va a ser fácil —Artem seguía riendo cuando habló.
—Eso crees —gruñó el Tío Howard—. Aún no he comenzado a contraatacar. Solo me tomaste por sorpresa porque la mayoría de las personas no tienen el valor de acercarse a mí cuando estoy en esta forma.
—Crees que eres más fuerte y más aterrador de lo que eres, pero no eres más que un cobarde debilucho.
—No me llames cobarde —rugió el Tío Howard con enojo.
—¿Tienes un problema con cobarde pero no con debilucho? —se rió— Entonces, supongo que realmente eres un debilucho.
—No soy un maldito debilucho ni un cobarde, idiota. Soy el hijo de un gran brujo y un demonio. ¿Cómo podría ser débil?
—No sé, me pareces débil —Escuché reír a Artem seguido de un fuerte grito del Tío Howard, después del grito hubo un golpe a través de la sala.
—Ahora voy a matarte, Howard. Voy a acabar contigo por haber puesto tus sucias manos sobre mi compañera —Artem sonaba como si estuviera lleno de furia justa.