—Los ojos de Tiana cayeron sobre el cuchillo en sus manos y se quedó helada, toda la sangre drenando de su cara. Parpadeó y levantó la mirada hacia el hombre atado a la silla y lo reconoció de inmediato;
—¡Sr. Park!
—No podía olvidar su nombre. Mientras miraba sus ojos, su corazón se apretó con desprecio.
—Lo que ella odiaba eran los hombres que no valoraban a las mujeres. Pero, ¿cómo estaba él aquí?
—Sus cejas se fruncieron mientras miraba de nuevo a Nicklaus, sus ojos preguntaban;
—Nicklaus temía lo que ella pudiera pensar; ¡él ni siquiera sabía que la puerta había quedado abierta!
—hermosa, no es lo que piensas…
—Él dio unos pasos hacia ella y se detuvo justo cuando estaba frente a ella;
—¿Cómo explicaría que estaba apuntando con un cuchillo a un hombre atado pero no tenía intención de matarlo?
—¡Esto podría haberse evitado si esos guardias hubieran cerrado las puertas!