Fons, Pines, Residencia Harch - 3 de Abril - Año 526
—Hola... Lara.
Lara había estado ordenando algunas cosas en la sala de estar, pero lo que menos se esperaba que sucedería era que frente a ella apareciera Ashley. Apenas escuchó su voz saltó de su lugar y le lanzó algunas almohadas del sofá.
—Oh, Ash... Eres tú, lo siento por eso —declaró Lara, entre risas.
Ashley también rio, y caminó hasta el lugar que ella estaba con la almohada que había levantado del piso.
—No pasa nada, lo siento por haber aparecido de la nada —respondió ella, dejando la almohada en su lugar para luego sentarse al lado de Lara.
—¿Te envió Rhys? —preguntó Lara, notando la marca del sello en la palma de Ashley.
—Me dijo que me quede aquí al menos hasta que todo esto termine, además de que te acompañe, ya que estabas sola —indicó Ashley.
—Ese tonto... Le dije que no iba a necesitar de protección, se piensa que al estar embarazada no soy capaz de defenderme yo misma, pero de todas maneras es lindo que se preocupe tanto por eso.
—Algo de razón tiene igualmente, quizás tú creas que puedes hacerlo, pero nadie sabe cómo eso terminaría por afectarte cuanto más avance tu embarazo.
—Sí... Lo sé, pero no importa, estoy con Leah, y nadie sabe que nos escondemos en Pines —respondió Lara, quitándole importancia al asunto, al mismo momento en el cual se puso de pie—. ¿Quieres algo de tomar? —preguntó, caminando hacia la parte de la cocina.
—¿Tienes alguna bebida caliente? ¿Café o té quizás? —preguntó Ashley, dándose la vuelta por encima del respaldo del sofá.
—Hmm, té no tengo... Pero creo que puedo conseguir algo para hacerte un café —respondió Lara, buscando en la alacena. Revolvió algunos estantes hasta encontrar un recipiente de café—. Aquí encontré, ¿Negro? —preguntó.
—Por favor —respondió Ashley, volviendo a acomodarse en su lugar—. ¿Cómo te está llevando? —preguntó, rompiendo el corto silencio que se había formado.
—¿Te refieres al asunto que en este momento llevo en el vientre? —preguntó Lara, riendo.
—Claro, eso —contestó Ashley.
—Bien, supongo... Apenas pasaron dos meses, es poco tiempo como para dar una evaluación de ese tipo, pero tú sabes, lo típico, un poco de nauseas, mareos y mil cosas más, pero leves, no me ha impedido seguir trabajando o hacer las cosas en casa... Ni pasar tiempo con Rhys tampoco —dijo Lara, esbozando una ligera sonrisa al final.
—Ya veo, así que esa era tu mayor preocupación —dijo Ashley aun de espaldas, acompañada por una insinuante risa.
—No es tan así... Tú sabes que luego del tercer o cuarto mes eso se vuelve complicado, así que tenemos que buscar algunos atajos.
—Claro, «atajos» —repitió Ashley, con cierta ironía.
Lara no pudo evitar reír.
—¿Y tú? —le preguntó, volviendo a la sala con dos tazas. Las dejó sobre la mesa ratona y luego se sentó otra vez en su lugar—. ¿No ha aparecido aquél que conquiste tu corazón todavía?
—Ni me hables de eso, hace bastante tiempo no salgo con nadie, entre el trabajo, las reuniones, los viajes y el entrenamiento, no tengo tiempo para algo así... Puedo resumir mis relaciones y mi vida amorosa en salir a un bar cada tanto, encontrar un chico que me guste y pasar la noche con él, después sólo desaparezco... Sé de relaciones que no llegan a nada, y no me voy a arriesgar enredarme en tales problemas de nuevo, es lo último que quiero en este momento, ya que mi vida es estar siempre al cien, y todavía no he podido encontrar a alguien que me comprenda —respondió Ashley, tomando la taza. Sopló un poco sobre su contenido al notar que esta estaba hirviendo.
—Es algo difícil sí, creo que tendría el mismo problema si no estuviera con Rhys, tú sabes, él me conoce desde antes de que me haga cargo de la empresa, por lo tanto, entiende mi punto y lo importante que es para mí... Eso se valora mucho en una persona, no todos están dispuestos a sacrificar un poco de tiempo juntos para que la otra persona sea feliz, aun sabiendo que pasar tiempo juntos es muy importante.
—El problema no es si puedo pasar tiempo con alguien, o si ese alguien entiende la importancia de mi trabajo, sino que entienda lo que quiero para mi vida, más allá del puesto en el Consejo, en la Guardia o de ser la asistente de mi hermano... Al menos tú sabes que Rhys haría lo que fuera por ti, te ama con su alma, te cuida con su vida, es capaz de todo con tal de que seas feliz, incluso sacrificar su propia felicidad, ¿Acaso es mucho pedir algo igual? ¿Por qué todos los hombres hoy en día son unos imbéciles? —Entre quejas, Ashley bebió un poco del café.
Lara la escuchó con atención.
—No creo que todos sean así, conozco a algunos chicos que realmente saben cómo tratar a una chica... Solamente que son algo tontos, pero eso se puede arreglar —respondió Lara, con una sonrisa.
—¿Te refieres a los subordinados de Rhys? Ellos son muy interesantes, ese chico, Kit, ¿Cierto? Vaya... Que caballero, me protegió cuando alguien intentó atacarnos hoy —contó Ashley, se permitió esbozar una sonrisa al recordarlo.
—¿En serio? —preguntó Lara, sorprendida.
—Sí, fue muy... No lo sé, tuvo su toque, no voy a negar que se sintió bien que alguien se arriesgara de esa manera por protegerme... Además él es muy atractivo, ¿Cierto? —preguntó Ashley, enredando un poco su cabello en su dedo. Siempre hacia lo mismo cuando se ponía a pensar.
—Ash, no me digas que... —Lara comenzó.
—No, Lara, por Sun —Ashley la interrumpió. Ya había caído en cuenta de lo que Lara pretendía decir—. Él es muy joven, jamás pensaría en eso... ¿Cuántos años nos llevamos? ¿Ocho, nueve... Diez? —preguntó.
—Emm... Ocho creo, pero el tema no radica en la diferencia de edad, ¿Por qué no?
—Porque no, rompe con mis principios, Lara... No puedo hacerlo.
—¿Qué principios, Ashley? Por favor, ¿Qué principios te impiden salir con alguien menor que tú? —insistió Lara.
—De hecho sólo estoy intentando encontrar una excusa razonable, pero tú sabes a lo que me refiero, no es lo mismo que tú y Rhys por ejemplo, son sólo dos años... Ocho años es una diferencia inmensa... Dime, ¿Hace cuánto tiempo estás casada con Rhys?
—Seis años, casi siete, ¿Pero a qué viene eso? —preguntó Lara, confundida.
—¿Ves? Apenas seis años, y parecen una eternidad, ¿Cierto? Ocho años es mucho tiempo... No puedo —Ashley siguió con su negativa.
—Okey, lo entiendo... Pero déjame preguntar, ¿No has conocido a nadie en diez años? ¿Alguien en la universidad o en la Guardia? ¿Algún amigo de Lee?
—Ja... ¿Un amigo de Lee? Todos son igual de estúpidos que él, además de que son militares, los conoció a todos en la academia, y no voy a salir con una persona que vive en riesgo de muerte... No quiero seguir sufriendo por amor, ya lo he hecho demasiado, por muchos años.
—¿Y por qué sufres ahora? Sabes que eso es algo que nunca se va a acabar, no mientras vivamos, menos en el ambiente en el cual vivimos.
Ashley sabía que Lara tenía razón. Cuando vivía en Remia tenía demasiados problemas, en su familia, su amor por Rhys y los propios principios que evitaban que pudiera siquiera acercarse a él por ser el novio de su mejor amiga, además de lo que le pasó con Jake, o su autoestima, aquella que no le permitía hacer algo por sí misma. Creyó haber dejado todo eso atrás cuando se mudó a Fons, pero sólo empeoró todo, ya que esos problemas alimentaron a otros, y se fue formando una bola que no pudo parar.
Pero en el correr de los años fue superando cada uno de ellos, algunos no tenían solución, y sólo los dejó atrás. Otros requirieron más trabajo en sí misma, pero de todas formas salió airosa, ya que luego de haber pasado tanto, no quiso seguir amargándose la existencia con tonterías que no tenían sentido, tal como su complicada relación con su padre o su turbulenta vida amorosa.
Aunque, entre todo eso, aún había algo que la tenía siempre de los nervios, más que nada, y eso era su hermano... Desde que lo conoció pensar en su bienestar era lo único que hacía, ya que él no veía la vida como ella sí, su poder y su responsabilidad le daba una visión algo extraña de su realidad, casi no se consideraba a sí mismo un ser humano, creía que podía contra todo, incluso llevándose consigo sus propios miedos y carencias... Y eso era peligroso.
—Por Lee... Ese tonto, creyendo que puede contra todo solo, si tan solo supiera que es igual de débil que cualquiera... Otro imbécil suicida dentro de la lista, entre Rhys y él no hacen uno —dijo, apreciando su taza de café por la mitad... ¿Media llena o media vacía?
—Ni que lo digas —chistó Lara, negando ligeramente con su cabeza mientras sonreía—. ¿Eres optimista?
—Para nada... Tengo tanto miedo que no puedo pensar en lo que haré luego de que todo esto termine, para bien o para mal... Aunque probablemente no existe ese «para bien», sólo será como será.
Media vacía, tal vez.
—Quédate tranquila, Ash... Mientras Rhys esté todo saldrá bien, sólo debemos poner nuestras esperanzas en ellos, y esperar... A que ganen —musitó Lara al final.
—Sí... Que ganen —Ashley confirmó.
Mientras tanto...
Fons, Ash - 3 de Abril - Año 526
«Veamos que tienes... Rey... Soldado».
Ambos tantearon las habilidades del otro rápidamente. Una pelea entre dos Scire podría no llegar a nada si ambos se dedicaban a exactamente hacer lo mismo que el otro. Por lo cual, cada uno comenzó a forzar al otro intentando encontrar su punto débil, o esa habilidad que le daría ventaja en el combate. El primer punto ya lo había ganado Yoh con esa estrategia que anuló el uso del Scire en Lee... Pero eso no dictaba una victoria segura.
Lee no podía usar sus explosiones, tampoco tenía un gran uso de habilidades condicionadas, sus explosiones sólo eran una consecuencia del uso de su Scire, por lo que en un batalla de únicamente Energía del Alma siempre iba a estar en desventaja.
«No puedo seguir perdiendo tiempo», pensó Yoh, y activó su habilidad. De esta manera, sólo desapareció de la vista de Lee.
—¡¿Qué?! —Lee rápidamente formó una barrera a su alrededor.
Si Yoh tenía que tener una habilidad activada al mismo tiempo el cual atacaba, su ataque no iba a ser igual de fuerte o certero, por lo tanto, una simple barrera era una buena forma de defensa, mientras encontraba la manera de lidiar con ese extraño poder de invisibilidad que Yoh poseía.
Golpe. Golpe. Otro golpe. Mas golpes.
La barrera casi no había servido de nada, ya que comenzó a recibir ataques desde todos lados. No sabía muy bien qué era lo que lo golpeaba, porque no era capaz de verlo, pero supuso que su contrincante se encontraba cerca, por lo tanto... Quizás podría ser su oportunidad.
—No, todavía no —dijo, al sentir como los golpes habían parado... Él ya se había alejado, otra vez.
«Mierda, esa habilidad es muy peligrosa... Aunque, debe de tener una falla», pensó Lee, reforzando un poco más su barrera, eso le daría algo de tiempo para pensar.
—Claro... —declaró cuando lo comprendió—. Debo usar Energía del Alma en mis ojos, su habilidad debe funcionar como su carta... Vaya, Rhys Windsor, eres un genio —añadió, alzando su mirada.
La Energía del Alma tenía la capacidad de lograr ampliar cualquier sentido humano a un porcentaje hasta cien veces mayor, dependiendo de la cantidad que fuera usada en este. De todas maneras, traía consecuencias forzar músculos, órganos, o el físico en general, ya que al volver a la normalidad estos todavía estarían acostumbrados al nivel obtenido mediante el uso de la energía, dejando un inmenso dolor como secuela.
Usar la energía en los ojos para mejorar la visión era muy riesgoso, el impropio uso podía llegar a desembocar en la ceguera permanente. Algo que no se podía arreglar ni siquiera con la regeneración de un Scire, o mediante encantamientos para fortalecer la energía. Era una consecuencia irreparable. Pero era un riesgo que se debía tomar.
—No tengo otra opción —dijo Lee, forzando su vista. La energía de su cuerpo poco a poco comenzó a llegar a sus ojos. Todo rápidamente se volvió claridad, aún más que antes.
Siguió un ligero rastro de vestigios de energía a su alrededor. El camino que se había formado era el de un zigzag, llegaba hasta lo lejos, detrás de una piedra, luego se alzaba hasta la pared de una construcción derrumbada, y terminaba por bajar hasta enfrente suyo... Donde cuando se percató, ya era muy tarde.
Recibió un puñetazo con fuerza. Todavía tenía que afinar el uso de su energía, y aunque funcionó para poder ubicarlo, este todavía era más rápido que sus ojos, por lo que siempre iba a estar uno o dos segundos atrasado. Aunque su defensa seguía siendo buena, por lo que rápidamente respondió el golpe. Al parecer Yoh creyó que él no conocía su ubicación, por esa razón no quiso esquivar el golpe «erróneo» de parte de Lee... Pensó muy mal.
El primer golpe dio una pequeña onda que dejó su ubicación marcada, la invisibilidad no era totalmente infalible, el dolor era un límite para esta, por lo que cada golpe que Lee llegó a impactar en él debilitaba cada vez más la habilidad, esto lo hacía, a su vez, cada vez más visible, dándole una pequeña ventaja al rey de Fons.
«Mierda, me descubrió», pensó Yoh.
Antes de volver a ser invisible en su totalidad, se alejó con rapidez de Lee. Tardó en volver a su estado invisible inicial, la molestia principal de su habilidad era que mientras más energía utilizara en otras cosas, más débil se volvía esta, por lo que se hacía cada vez más visible también. Todo era condicional, por eso no podía actuar deliberadamente, porque su estrategia se vendría abajo solamente por un error... Ya que Lee era fuerte, y aunque no tuviera su Scire, de todas maneras sabía que este tenía un as bajo la manga, porque nadie sería tan loco como para luchar con un poseedor del Scire en tan alta desventaja.
Y no se equivocó. Ni su escondite le sirvió mucho, ya que escuchó un sonido desconocido a sus espaldas, un sonido que venía con una sorpresa... Lee Ex Fons. Se dio vuelta a tiempo para bloquear esa espada a punto de impactar con su cabeza. Otro tesoro sagrado de Fons.
Los cinco Tesoros Sagrados de Fons eran cinco armas creadas a base de Energía del Alma y piedra de asteroide. El mismo asteroide causante del séptimo impacto cada una década. Quien comenzó con esa idea no fue ni más ni menos que el mismísimo Delta Ex Fons, luego de fundar el reino. A él se le sumaron cuatro familias muy importantes que lo ayudaron en su conquista: El clan Harch, el clan Relty, el clan Froyd y el clan York. Entre los cincos lideres de esos clanes en los comienzos de la nación, antes de vivirse la Primera Guerra Mundial, decidieron dedicar estas armas al servicio de la defensa del reino, y cada familia debería entrenar un manipulador de esta arma en cada generación, para que llevara el liderazgo del clan, y representara al reino en cualquier guerra que se presentara.
El líder de la familia Ex Fons era el único que podía utilizar el arma distintiva de cada familia, ya que representaba en su mayoría la totalidad del reino. Cada arma poseía una característica especial. Pero sólo era un secreto que se sabía entre familias, por lo que ni siquiera Lee Ex Fons llegó a conocer la habilidad de cada una. Sólo la de su familia, y la del clan Harch... Ya que esta la poseía Rhys Windsor. La espada de acero negro llamada: Devoradora de Almas.
Tal como su nombre lo decía... Robaba Energía del Alma con cada corte. Rhys Windsor no la utilizaba de tal manera, ya que no le era necesario su característica, pero Lara Harch sí lo hizo en la guerra, por esa razón ella logró luchar contra un pelotón del Ejército Revolucionario incluso con sus bajas reservas de energía, esto le dio la victoria. Pero luego de tal infame suceso, ella jamás volvió a luchar, y volvió a su dueño original... Aquel que la recibió de parte del anterior líder del clan Harch. Thomas.
Además de la Devoradora de Almas, también conocía y manipulaba la de su propio clan... Corte Universal. Este arma era única e irrepetible, ya que fue diseñada y creada por el mismísimo Delta Ex Fons. Esta poseía una hoja mediana, de acero fonsés. Así se le llamó al acero que lograron conseguir del primer asteroide que cayó en Fons, aquel que le dio el Scire a Delta. El acero más fuerte y codiciado del mundo, no se desafilaba, cortaba hasta a un diamante incluso, pero era tan difícil de conseguir que ya se consideraba un material exclusivo que sólo utilizaba la Familia Real debido a su alto valor en el mercado. A este material lo acompañaba una guarda de acero negro, tal como la hoja de la Devoradora de Almas. Esta se encontraba grabada con el lema del reino a su alrededor: «El amor por nuestra nación es el mayor poder del mundo». La empuñadura era de cuero, y sobresalía un pomo de plata con forma de esfera, que sobre él se veía entallado el sello del Scire, con la firma de Delta Ex Fons flanqueándolo.
Corte Universal era la única arma con limitantes. Su habilidad no estaba del todo clara todavía, incluso luego de tantos siglos, pero las condiciones de su uso sí que lo estaban. Para poder manipularla sólo y únicamente se debía ser un miembro del clan Ex Fons, o con un linaje sanguíneo que los uniera, también se debía ser sí o sí un poseedor del Scire. Este arma respondía a la energía utilizada en ella, por lo que elegía a su usuario, en base a estas características, características atadas al alma de Delta. Su arma era su voluntad. Por esa razón era tan única.
Su poder era complicado. En primera instancia, se dejaba ver indestructible, solamente un arma hecha del mismo material la podía romper, y cortaba todo, tal como su nombre lo decía. Aunque la mayor hipótesis referida a su nombre no era por su capacidad, sino por su característica principal... Adaptarse al poder del usuario... Por lo tanto, era un arma con una fuerza sin límites... Así como el universo.
Nunca se supo en su totalidad la fuerza de Delta Ex Fons, pero su poder se acercaba al de los más fuertes poseedores del Scire de la historia. Tales como: Rygal Di Rem, Rolyn Kalyn, Zack Ex Fons, Shin Void, Rhys Windsor, y Hades Filii Dei... Su mayor rival, y a quien él mismo le dio muerte con su arma en la Batalla del Infierno Helado. De todas maneras, dejando en evidencia que Delta no era débil, su espada se equiparaba a su poder, por lo que su límite jamás estuvo cerca de alcanzarse de nuevo. Ni siquiera con todos sus posteriores usuarios, hasta llegar a Lee Ex Fons.
Yoh sabía que ese arma era del mismo nivel que aquella que lo estuvo a punto de matar en la guerra, y meses atrás, cuando se cruzó con Rhys Windsor en Raven. Pero en ese momento era distinto. Tuvo que usar mucho del poder de su Scire para evitar que la espada traspasara su defensa... Inclusive sabiendo que Lee no había usado toda su fuerza.
—Vaya, rey... Eso fue bastante interesante —rio Yoh, todavía sosteniendo el ataque. Sabía que si seguía en esa posición mucho más tiempo la espada comenzaría a absorber aún más fuerza, y llegaría el momento en el cual rompería su defensa. Sabía que no la contaría si eso pasaba—. Pero no creo que sea suficiente. —Al instante, su imagen se difuminó.
Una de las otras propiedades de su habilidad era que podía unir su cuerpo invisible y su clon, a cualquier ubicación, por lo que si necesitaba escapar sólo debía teletransportarse a donde más le convenía... Como lo hizo en ese momento.
—Era obvio que harías eso... Huiste, maldito —dijo Lee, bajando su espada.
Todavía seguía con su habilidad ocular activada, por lo tanto, ubicó rápidamente a Yoh a lo lejos. Pero no era invisible, todo lo contrario... Demasiado visible como para intentar pasar desapercibido.
—No me arriesgaría a recibir un corte de Corte Universal, la última vez que me llegó a alcanzar un ataque de un Tesoro Sagrado estuve cerca de cinco meses en rehabilitación —respondió Yoh, comenzando a caminar lentamente hacía Lee. De nuevo—. ¿Sabes? Tenía pensado seguir usando mi habilidad, pero me puedes ubicar rápidamente, y si estás usando lo que creo que estás usando significa que no hay manera que pueda escapar de ti, aunque podría seguir utilizando mi habilidad hasta desgastarte tanto que quedes ciego, de todas maneras, si hago eso, probablemente yo también llegaría a mi limite... Eso me jugaría más en contra que dejarte ciego... Pero... No puedes ser más rápido que un ligero ataque sorpresa... ¿Cierto, Lee Ex Fons? —preguntó, esbozando una satisfactoria sonrisa que acompañó al chasquear sus dedos.
Lee sabía lo que eso significaba.
Muy tarde. Su hombro ya sangraba.
«¿Cómo carajo no vi eso?», pensó Lee, apreciando la daga hacerse visible en la mano de Yoh. Esta había vuelto rápidamente a su dueño. Ahí fue cuando se percató que él podía hacer lo que hacía con su cuerpo, pero con objetos impregnados en su energía.
—No puedes ver algo que supera tu habilidad, más energía usada, más fácil de ocultar, y al ser un objeto pequeño puedo usar la cantidad de energía necesaria como para sobrepasar tu mirada... No creo que quieras seguir subestimándome, rey... Me preparé mucho tiempo para esta batalla —aseguró Yoh, tornando su tono de voz a uno amenazante.
Lee sabía que esa caminata daba certeza de que quería acabar con eso rápido.
Mientras sostenía su hombro tapando el corte, su mano ya se había empapado con sangre. Tenía que regenerar esa herida, pero sin su Scire le llevaría algo de tiempo extra. Algo que realmente le faltaba en ese momento. Algo que podría llegar a ser su perdición.
—¿Por qué haces esto, Yoh? Sabes que peleas por una causa perdida, no vas a recuperar nada de lo que se perdió en la guerra... Ninguno lo hará. —Lee sabía que Yoh respondería esa pregunta, intentó ganar tiempo. Aunque su rival no parecía querer lo mismo, porque siguió su camino, al mismo paso.
—Sé que no tienes la culpa de lo que hicieron tus antepasados, Lee... Sé que todo eso terminó hace mucho tiempo, pero representas una gran parte de lo que hizo eso posible, una gran parte de lo que quiero destruir, por lo tanto, si representas eso... Debo destruirte a ti primero... Y luego sólo acabar con todo lo que dejarás atrás... Luego sólo... Destruir Fons, de una vez por todas, y para siempre —aseguró Yoh, con alta determinación.
Lee entendió su punto, entendió su determinación, y el odio que poseía hacia su nación. Quizás si estuviera en su lugar él hubiera pensado lo mismo. Después de todo, él odiaba muchas cosas que le quitaron varias posibilidades de ser feliz... Pero jamás pensó en destruirlas. Eso sólo era un pensamiento ruin que alimentaba el odio en una mente cada vez más destruida.
—No todo se resuelve con la destrucción, con la violencia... O con la muerte... ¿Harás pagar a millones de personas por algo que no tuvieron que ver? ¿Te vas a convertir en lo que siempre odiaste por algo que ya no tiene validez? Serás un héroe para algunos, pero un villano para muchos otros.
Yoh sonrió, y bajó su mirada. Para luego parar su caminata, pensando su propia respuesta.
—¿Te hiciste rey por amor, cierto? El amor es tan ambiguo, asi como la guerra, y donde haya guerra habrá odio, donde haya odio, terminará existiendo el amor... Son necesarios, parte un círculo infinito, que parece nunca acabar... Perdí todo por la guerra, amé por la guerra, fui a la guerra por amor, y estoy aquí, haciendo la guerra... Por amor... Parece que mi vida sólo se resume en eso, y ni siquiera yo lo comprendo en su totalidad... Pero así es, un sentimiento tan fuerte que me hará capaz de todo, ya no puedo fallar, ya perdí mucho fallando, y no quiero morirme amando sin haberlo demostrado jamás, por una maldita guerra... Una guerra que acabaré... Para siempre... Y tú eres el primer paso... Rey.
Yoh fue directo. Y certero. Porque ese movimiento casi imperceptible que llegó luego de su discurso casi mata a Lee.
El rey lo vio llegar a él con rapidez, con esa daga apuntando a su corazón. Sabiendo que podría ser su final, pero sabiendo también que él tampoco moriría amando... Sin haberlo demostrado jamás.
—Gracias por darme un motivo para pelear más allá que una estúpida responsabilidad que da mi estatus... Yoh Tales —declaró, cuando ambos cruzaron miradas. La daga nunca llegó a su corazón, su mano la paró antes, por eso, quedaron cara a cara—. Realmente amo a mi nación, y a muchas otras personas que quiero volver a ver... Por lo que no puedo permitirte ganar... Y si esas tenemos... Tendré que destruirte también —agregó, esbozando una sonrisa.
Quizás comenzaba a disfrutarlo. Porque esas palabras comenzaron a recordarle a ella. ¿Y si peleaba por su recuerdo? No podía perder... Porque no quería olvidarla así como así... Ella todavía lo estaba esperando, pero era muy temprano para volver a su lado. De todas maneras, todavía la amaba... Y como su promesa, hasta la eternidad.
—Vaya, así te quería ver... Rey... No me decepciones —declaró Yoh, llenándose de emoción. Por fin podría dejar de contenerse... Y si tenía que luchar... Lo haría hasta el final.
Se zafó el agarre de Lee y dio un saltó que empujó el cuerpo de su contrincante hacia atrás, y antes de que este pudiera dar un contrataque atacó primero.
Lee apreció esa patada de hacha caer como un meteorito, con tal velocidad y fuerza, pero con el suficiente rango de escape como para esquivarla con facilidad. Caminó rápidamente hacia atrás, y la mantuvo con sus antebrazos. Hasta que los reforzó con metal, y este envolvió la pierna de Yoh, atándolo a él, y comenzando a llevarlo hacia su propio lugar... Rápidamente hizo un brusco movimiento que hizo a Yoh tropezar y quedar colgado de sus piernas. Hecho que aprovechó aún más, y que lo ayudó a arrastrarlo por el lugar. Lo jaló con fuerza, y en un balanceó soltó el metal hasta lanzarlo lejos.
«Con que lo tenías bajo la manga... Eres rápido, rey», pensó Yoh, mientras daba vueltas en el aire.
Lee lo siguió, y antes de que este pudiera acomodarse acometió con un intenso combo de patadas. Que lo hicieron estrellarse contra el suelo. Rompiendo varias rocas en el instante en el cual impactó.
«Ja... No esperaba menos de un Ex Fons... La sangre de Delta», pensó Yoh, saliendo de debajo de los escombros que se habían formado con ese choque. Se paró rápidamente, y tronando su cuello y espalda volvió a la pelea. Lee lo miraba de lejos, pudo notar la defensa en su persona... Eso significaba que era su turno... Y nunca un mejor momento.
—Me toca... Rey —aseguró... Y desapareció, de nuevo.
Pero no duró mucho. En el instante en el cual Lee activaba su mirada, ya se había movido con rapidez a través del terreno, bajo tierra, por lo que llegó a la ubicación de antes de que el rey lograra encontrarlo. Y apareciéndose por debajo, como hizo la primera vez, tomó su pierna, y le dio un poco de su propia medicina.
Lee se lo había visto venir. No pudo defenderse de ese ataque, y mientras intentaba zafarse, Yoh no paraba de sacudirlo de un lado al otro. El impacto llegó cuando lo lanzó contra el suelo. Y ante este movimiento comenzó a atestar varios puñetazos. Lee hacía lo que podía, intentando bloquearlos con sus antebrazos en su rostro, se le hacía cada vez más difícil aguantar la tormenta de golpes que Yoh dejaba caer sobre él. Entre toda esa ráfaga de puñetazos se le ocurrió una buena idea. Yoh era bueno en artes marciales, quizás más que él, pero pudo notar que usaba mayormente sus puños, de hecho, no lo vio lanzar más patadas que sólo algunas básicas, que tampoco eran tan poderosas como sus puñetazos... Por lo que sólo hizo eso.
Colocó sus brazos más arriba de su rostro, hasta que sus codos llegaran a este, ahí bloqueó los últimos dos golpes de Yoh, sus codos, reforzados con energía acalambraron los dedos de este, era una técnica de defensa que había aprendido en la Academia Militar. Cuando notó que Yoh retrajo sus manos, apoyó las suyas en el suelo y se levantó impulsándose con un kip up.
Su acrobacia hizo que Yoh se viera impulsado hacia arriba también, entonces este tomó una voltereta en el aire para caer de pie en el suelo, de nuevo. Ambos ya parados, terminaron enfrentándose cara a cara, otra vez... A sólo dos metros de distancia.
—¡Dos metros! —exclamaron ambos, al unisonó.
Sólo esa idea pasó por sus cabezas... Y como si se tratara de una carrera contrarreloj, ambos ampliaron sus Zonas Vacías.
Y con ese movimiento de parte de los dos. El último acto de la batalla... Había comenzado.
Un choque de zonas no se podía decidir por la fuerza, o por la cantidad de energía, puesto que estos elementos llevaban a igualarse, y el control del espacio que se formaba alrededor de los seis metros entre ambos contrincantes se compartía. Por lo que la derrota, o victoria, de alguno de los peleadores se decidía a través de la habilidad de cada uno. También de la agilidad y afinidad para controlar su energía a la perfección dentro de un entorno hostil, donde cualquier error o elemento al azar podía llegar a desencadenar una reacción contraproducente que ayudara al rival.
De todas esas condiciones era de lo que se tenían que cuidar Yoh Tales y Lee Ex Fons... Atrapados en un choque de zonas, preparados para decidir, de una vez por todas, el final del combate... Que marcaría para siempre la vida a ambos.
Sólo eso quedaba... Un final.
«Pensaba exactamente lo mismo que yo... Vaya que fui certero... Y rápido a su vez, si hubiera tardado sólo un segundo más su zona me hubiera atrapado, y no habría tenido otra oportunidad», pensó Yoh, con una sonrisa.
Se tenía mucha confianza, ya que no le había regalado una ventaja a Lee, por lo tanto, podía usar ese espacio como si de su zona se tratara, y podría responderle a él con la misma intensidad.
«Este tipo no se queda atrás, maldita sea... Al final tenía el mismo plan en su cabeza... Debo terminar esto de una vez por todas, y tengo la ventaja perfecta», Lee también sonrió con su pensamiento.
Dentro de la Zona Vacía no importaba el uso y eficacia que alguien poseyera sobre un Scire, por lo tanto, la mayor desventaja que había tenido desde el comienzo de la pelea se había anulado, y en ese momento... Probablemente tenía todas las de ganar.
—Vaya, llegamos a esta encrucijada —declaró Lee.
Yoh lo miró de reojo, y asintió.
—No estuvo tan mal después de todo, pero aún no ha terminado, así que no pretendo dejar en claro mis sentimientos en torno a esta pelea... ¿Seguirás? Rey —preguntó Yoh, colocándose en posición de pelea.
Lee soltó una carcajada.
—Déjame estirar un poco, todos esos golpes tensaron mi cuerpo —bromeó Lee, tronando su cuello y dedos, y con un movimiento rápido de su torso, también su espalda.
—Tu fuiste militar, rey, ¿Cierto? —Yoh cambió de tema.
La pregunta de parte de Yoh descolocó a Lee. ¿Por qué preguntar algo asi de la nada en pleno combate? Ni siquiera se relacionaba con nada de lo que habían dicho en el correr de la pelea. Quizás con lo de la guerra, pero eso sólo se trató de un intercambio de ideas. Ninguno haría cambiar la mente del otro, por eso sólo lo dejaron pasar desapercibido.
—¿A qué viene eso? —preguntó Lee, con cierta desconfianza. Sólo podía pensar en una treta de parte de Yoh, donde lo distrajera como en la charla anterior, y luego lo atacara de sorpresa.
—Por lo que dijiste hace un rato... Sobre que ninguno recuperaría lo que perdió en la guerra... Pero tú, ¿Qué podrías haber perdido? Si no la luchaste.
Esa pregunta desbloqueó muchos recuerdos en Lee. Ese sufrimiento, esos traumas. Muchas cosas que lo marcaron de por vida, que nunca debió haber visto a esa edad. Quizás, la guerra fue necesaria para sí mismo, aunque no del modo humano, eso sí era horrible, matar sin sentido, matar sin motivo, matar sin consecuencia... Aunque nunca lo hubiese hecho. Pero nunca lo aceptó, después de todo, al final se terminaría arreglando con una charla, como si sucedió.
Vivió mucho tiempo enojado con su padre por eso. Por haberlo enviado a la guerra para que luego todo lo que hizo en ella fuera en vano. Para que todo eso que entró por sus ojos y se plantó en su mente sólo le causara pesadillas, heridas sin sanar. Para que viviera perseguido por esos fantasmas que sólo lo hacían arrepentirse de todos sus actos, para que su puesto como rey sólo fuera una consecuencia de eso que nunca quiso hacer. Todo por su responsabilidad de ser un líder, por su «destino», por su sangre, por su apellido, y por mil cosas más que realmente no tenían ni un misero sentido.
Nunca hizo nada por amor, como Yoh había dicho. Quizás por eso lo golpeó fuerte cuando cayó en cuenta de la verdadera razón de sus actos; como proteger a Ashley, eso era lo único que realmente hacía con genuinidad, ya que luego de la muerte de su madre, ella fue la única que le causó sentimientos encontrados, fue la única que lo hizo revivir esa esperanza de volver a sentir el amor. Esa esperanza de poder remediar sus errores, sólo para darle una vida feliz. Esa esperanza que había perdido en la guerra... Cuando también perdió el amor. O mucho más que este.
—La luché... También la sufrí, más que nada en este mundo... Y obviamente perdí mucho en ella... Y es algo que me persigue de ese momento, que probablemente nunca voy a poder superar... Incluso con mi puesto actual, si mi sueño se cumple, con el amor hacia mi nación y las personas que me importan... Incluso con todo eso, nunca voy a ser totalmente feliz como lo fui antes de esta... Ya que ella no está a mi lado —dijo.
Tenía mucho tiempo sin recordar su rostro... Y con sólo esas palabras fue suficiente para hacerlo. Todavía la tenía en su mente. Diane todavía vivía ahí.
—Ya veo... La guerra también te quitó lo que más amabas... Así que no somos tan diferentes después de todo, Lee Ex Fons. —Sonrió Yoh.
—Eso no quita que tenemos diferentes propósitos, y diferentes motivos también... Por lo que esto no va a acabar hasta que uno de los dos corra también con ese destino —aseguró Lee.
Yoh lo miró con austeridad, sabiendo lo que él pretendía hacer.
—No queda de otra... ¿Alguno realmente recuperará lo que perdió en la guerra? ¿O al final todo quedará en la nada?
—Debemos descubrirlo... Si la guerra no acaba hoy... No acabará jamás.
—Claro... Soldado... Muéstrame el final... Hazlo por lo que perdiste, y por lo que realmente amas. —Yoh se preparó.
—Lo mismo digo... Soldado... Acabemos con esto... Ahora. —Y Lee lo sentenció.