—Pero ese sería tu compañero predestinado —dije de manera directa. Reuniendo mi valor, me atreví a preguntar—. ¿Y si aparece la pareja predestinada de Damon? Parecía bastante empeñado en tener a su pareja predestinada como su luna.
Bajo mi ropa, el collar de telaraña que Damon me había dado sentía como si hormigueara. No me atrevía a moverme mucho, por miedo a que el material plateado llamara la atención de Dahlia. No había manera de que ella supiera lo que era ni la importancia del collar, pero no quería arriesgarme a la remota posibilidad de que lo hiciera.
Si Dahlia descubría que yo era la dicha pareja predestinada que podría amenazar su posición como la futura luna de Colmilloférreo, podría despedazarme aquí mismo. La imagen era suficiente para hacerme estremecer de miedo.