—La pasta demostró ser realmente buena —Eli logró persuadir a Harper para que probara los vieiras con mantequilla de salvia y ñoquis caseros, y se rió bastante al ver a la chica observando con recelo la cremosa salsa blanca antes de llevarse un bocado goteante a la boca.
Al mismo tiempo —y para su alivio— Tyler no pasó el resto de la cena frunciendo el ceño por esas risas, ni por los sorbos encandilados que los dos compartían con su bebida Lovebirds. Entre elogiar su propia comida sorprendentemente agradable y esquivar los muchos comentarios hilarantes de Chelsea sobre tanto el restaurante como la compañía en la mesa, el humor del tipo gruñón se levantó visiblemente con el tiempo, e incluso se dignó a brindar con Eli sin sarcasmo reticente.
Parecía que Harper era verdaderamente un genio organizando esta cena, consiguiendo que saliera tan bien en su beneficio y logrando que su entrometido hermano se acostumbrara al nuevo rol de futuro cuñado.