River
Esperar con Ulises a que Sylvia llegara al lugar de la boda fue más estresante de lo que River esperaba. Conocía a Ulises desde hacía mucho tiempo, pero nunca lo había considerado realmente un amigo hasta hace poco. Ahora, ver al novio pasear de un lado a otro cerca del altar, donde su novia llegaría finalmente, ponía a River nervioso por él.
—Llega tarde —murmuraba Ulises. La sacerdotisa estaba cerca, pero no le prestaba atención, y los invitados que esperaban pacientemente en los bancos de troncos estaban en su mayoría charlando entre ellos, sin escuchar al novio ni a su padrino.
—La novia siempre llega tarde —recordó River, dándole una palmadita tranquilizadora en el hombro.
—Eso es cierto —afirmó Ulises, aspirando una profunda bocanada de aire y expulsándola—. Pero... sigue siendo angustioso.
—¿No llega Sylvia siempre tarde, también? —preguntó River. Ulises asintió—. Así que... si se juntan esas dos cosas, seguro que llega más tarde. Estará aquí.