Becca. Cuando me detuve frente a la mansión Valentino, no sabía qué esperar. Tally me esperaba dentro, pero a pesar de que le había dicho que iría, eso no disipaba mis dudas sobre lo que estaba haciendo.
Todo lo sucedido con James seguía dando vueltas en mi cabeza. Había actuado de manera desastrosa, y debería haberlo previsto. No había forma de que creyera que el niño fuera suyo después de haber esperado tanto para contárselo. Además, estaba con Neal.
No obstante, esperaba que al menos me permitiera hablar. Al bajar del auto, me dirigí a la puerta principal. Antes de que pudiera llamar, esta se abrió y Tally me miró con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Becca? ¡Dios mío! Qué alegría verte.
Me quedé sorprendida. La mujer frente a mí no se parecía en nada a la Tally que conocía. Ahora parecía una madre relajada, sin rastros de la lujosa ropa de diseñador que solía usar. Vestía ropa sencilla, con un suéter amplio, pantalones ajustados, calcetines, el cabello recogido y gafas.