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Más de cien miembros de una pandilla, empuñando cuchillos de sandía, cargaron hacia adelante, recordando escenas de películas de Hong Kong de los años 90.
William Cole no esperaba que en este viaje a Hong Kong, él fuera a experimentar esto en primera persona.
Sin embargo, William no tenía miedo. Estaba claro que estos gánsters no habían sido entrenados en artes marciales; solo atacaban a lo loco con sus cuchillos de sandía. Él podía manejarlos por su cuenta.
—Clang —William recogió una silla plegable y comenzó a atacar salvajemente a los gánsteres que se acercaban.
La primera docena o así quedó golpeada hasta escupir sangre, y sus cuchillos de sandía se les escaparon de las manos.
A pesar de esto, los otros gánsteres no retrocedieron. En cambio, lucharon más ferozmente, cargando contra él como si no les importara sus vidas.