—¡Captura al cabecilla para capturar a todos los bandidos!
Cuando Basil Jaak vio su oportunidad, irrumpió en la multitud como una tormenta, buscando al líder.
El líder se sorprendió por la acción de Basil Jaak. Mientras se retiraba, gritaba frenéticamente:
—¡Disparen, dispárenle, maten a este tipo!
Las balas golpeaban contra el suelo alrededor de Basil Jaak, levantando polvo. En cada ocasión, Basil apenas escapaba, pero por el margen más estrecho.
¡Pop, pop!
Mientras corría, Basil Jaak apretó el gatillo, disparando dos balas en rápida sucesión, acabando con dos hombres. Luego, en un salto, tomó al líder como rehén con éxito.
—¡Diles que bajen sus armas! —Basil Jaak sujetaba al líder por el cuello, exigiendo con firmeza.
El líder miraba a Basil Jaak con vacilación, sin hacer ningún movimiento por un rato.
Basil Jaak agregó un poco de presión a su agarre y dijo fríamente:
—Si quieres vivir, compórtate. Ahora, ordena a tus hombres que dejen caer sus armas o te acabaré primero.