—Bella, ¿puedo entrar? —se escuchó la voz de Leo detrás de la puerta.
—Claro.
Leo parece preocupado al entrar a la habitación, deteniéndose frente a su desordenado escritorio lleno de papeles y notas.
—No te esfuerces demasiado. Ya casi son las 2 PM... Deberías tomar un descanso, Jefa —dijo él.
—Sí, tienes razón. Ahora me siento hambrienta; ¿qué tal si salimos a comer algo?
—De acuerdo. Pero primero tienes que encontrarte con tu asistente personal. Ya te está esperando afuera.
—Hmm —ella dijo y ordenó su escritorio antes de tomar su bolso y seguir a Leo fuera de su oficina.
Bella divisó a un hombre de pie cerca del área de descanso, con una postura robusta que se asemejaba a la de un soldado en activo. Su rostro parecía feroz, pero sus ojos transmitían calma y amabilidad.
Acercándose a él, Leo dijo: