—Es calumnia —dijo Shen Feiwan enfáticamente—. No un malentendido.
—Yo no te calumnié. Es tu comportamiento con Ming Qi en la empresa lo que ha causado malentendidos.
—¿Ah, sí? ¿Los demás también piensan lo mismo? —preguntó Shen Feiwan—. ¿O estás subjetivamente intentando suprimirme de esta manera?
—Yo...
—No aceptaré una disculpa sin sinceridad —respondió Shen Feiwan con una leve sonrisa, sin ambigüedad.
—Entonces, ¿qué quieres?
—Lo que has hecho hoy ha manchado mi reputación y causado daño emocional y físico. Reportaré esto a las autoridades —declaró Shen Feiwan, acentuando cada palabra.
—¡Tú! —Los ojos de Yao Lina estaban llenos de lágrimas. Estaba tan furiosa con Shen Feiwan, parecía que estaba a punto de explotar.
—¡Por favor, pide disculpas correctamente! —Yao Qiang instó a Yao Lina desde el lado.
Yao Lina empezó a sollozar incontrolablemente.
Lágrimas le corrían por la cara en torrentes.