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—¿Un slime? —el enano observó al slime en su mano con gran interés. Aunque la zona del compartimento era bastante oscura, no tenía ningún problema para ver, ya que gracias a su habilidad, el compartimento parecía tan brillante como lo habría estado a la luz del día—. ¿Dónde diablos recogieron esos tontos esta cosa?
Los slimes eran monstruos comunes y se podían encontrar casi en cualquier lugar. Había habido más de una ocasión en la que los slimes terminaban dentro de un barco de carga, especialmente las babosas de agua, ya que podían nadar en el agua.
—Bueno, ¿qué debería hacer contigo? —preguntó el enano en tono burlón mientras sujetaba firmemente al slime, impidiéndole escapar de su agarre—. Había recubierto su mano con un aura que evitaba que el slime se deslizara, sin importar cuánto se esforzara.
Mientras el enano estaba sumido en sus pensamientos, se oyó una explosión repentina en la cubierta del barco, lo que hizo que sus ojos se abrieran de sorpresa.