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Con la multitud aún celebrando su victoria y los ojos del mundo puestos sobre él, Kaizen se levantó y alzó su espada en un gesto de gratitud y determinación. La multitud en la Arena Valkyria estalló en vítores. Para Kaizen, esta atmósfera electrizante era como alimentar con un jugoso y generoso pedazo de carne a un león que se había vuelto vegano desde hace tiempo. Era obvio que el león ansiaba más carne después de probar el delicioso primer bocado, tal como Kaizen ansiaba otra dosis de esa adictiva adrenalina de campeonato.