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Kaizen observó a Gorgath caer de rodillas con una mezcla de lástima y desprecio. No sentía simpatía por Gorgath, pues era un traidor a su raza, pero tampoco podía evitar sentir un poco de compasión por alguien que había perdido todo lo que amaba y por lo que había luchado.
Se preguntaba si Gorgath sabía que no solo los humanos eran los vencedores de la guerra, sino también todas las razas que tenían espacio para crecer en Midgard, como los Descragones, los Enanos y otras razas.
De cierta manera, Kaizen sabía que la vida de Gorgath no sería fácil, incluso después de su liberación del Jardín Perdido. Aparte de perder todo lo que una vez conoció, era el único elfo legítimo en Midgard. Tendría que ser cuidadoso con esa responsabilidad, y Kaizen lo sabía, pues como el propio Gorgath había dicho, era único. Era un psíquico, un ser que podía ver y hablar con espíritus, copiar habilidades y ver las señales que nadie más en los mundos podía ver.