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Eden pensó que había superado a Max definitivamente, que lo había dejado indefenso y que incluso si por algún milagro desarrollaba un sexto sentido y protegía su cuello de un devastador corte, aún sería atravesado en la espina dorsal por la segunda espada que lo atacaba.
Lo que él no sabía era que Max nunca necesitó sus ojos para luchar en esta batalla y que tenía una técnica capaz de rastrear movimientos solo al percibir las pequeñas perturbaciones del viento en su entorno.
—16,700.
Eden se quedó ahí parado, atónito, con los ojos muy abiertos de la sorpresa al sentir una espada clavada en su vientre.
Mientras que para la mayoría del público los eventos transcurrieron demasiado rápido para ser notados, Eden lo vio suceder claramente.
La velocidad de Max de repente se disparó como si hasta ahora solo hubiese estado jugando y solo ahora decidió moverse a su máximo potencial.