—Incluso si muero, no te dejaré vivir... —murmuró Benedicto mientras encontraba una habitación dentro de un motel y se hospedaba.
—Esto es, chicos, ya hemos obtenido todas las armas básicas y pociones que necesitamos para esta guerra. Nuestro plan está establecido, nuestros barcos están abastecidos de combustible, nuestros hombres están entrenados y su moral está alta.
—Creo que estamos listos para comenzar la lucha mañana... —dijo Max mientras miraba los dibujos complicados en el mapa de la ciudad de Dombivli.
—El clan Kingsman es artero, Roy no merece ser un señor, creo que si nosotros ganamos esta guerra beneficiará más a la gente común que si la ganan los Kingsman. —comentó Anna mientras Sebastián inmediatamente bufaba.