—¿De verdad está allí el sabueso? ¿Está bien? —Un soldado responsable de guardar la puerta al vestíbulo de la casa de seguridad preguntó al otro portero.
—Sí, lo vi cuando lo llevaban en la camilla, tenía los músculos desgarrados y cicatrices de batalla por todo el cuerpo, casi me orino en los pantalones cuando me miró con sus ojos rojos sangre, parecían los ojos del dios vampiro en persona —dijo el otro guardia mientras presumía su logro de haber mirado al héroe de guerra.
—Guau, tú llegaste a verlo, hoy he tomado un turno doble con la esperanza de verlo salir, pero es un riesgo porque tuve que renunciar a mi turno de mañana. Si me lo pierdo ahora habría sido en vano —dijo el primer guardia mientras él y el otro guardia entraban en una acalorada discusión acerca de Max.