—Si ese es el caso, entonces colocaré el contrato en tu primogénito aquí y ahora —Lillia no quería correr riesgos. Si este hombre realmente estaba dispuesto a someterse, entonces se aseguraría de que no hubiera forma de que pudiera intentar repentinamente hacerles daño.
Anu podía decir que Lillia no confiaba en él. Asintió con la cabeza y dijo:
—No hay problema. Abriré mi alma ante ti para que puedas marcarla. De esta manera, incluso yo no podré quitar el contrato a menos que desee hacerme daño de forma permanente.
—Entonces lo haré ahora —Lillia no dudó en colocar el contrato, y el que colocó fue bastante severo. Si él incluso tenía un pensamiento acerca de cambiar de opinión, su alma se destrozaría.