—Ella perdió a su madre y a su hermano el mismo día. No podía aceptar la realidad y se deprimió. Fue duro para una niña pequeña manejar todo esto, pero poco a poco se fue curando. Sin embargo, su personalidad cambió por completo.
De una alegre ardilla a una bestia mortal que se hizo aún más famosa que su hermano. Ella recibió el reconocimiento de la espada del Protector Rugiente que Leon siempre llevaba consigo. Aparte del par de hermanos, nadie más ha podido levantarla —Lia habló como si contara una historia heroica.
—Esa niña de la historia me recuerda a esa entrenadora que me daba lecciones de combate —murmuró mientras recordaba la vaina negra que la chica rubia solía llevar consigo.
—¿Estás ocultando algo, Rio? —Lia lo miró con una mirada dudosa como si le pidiera que lo dijera él mismo.
Ella sabía que Helia lo entrenó, quien consideraba a los humanos su enemigo mortal. Le resultaba difícil creer que no le hubiera hecho nada a Rio.