Hace un tiempo,
En la cálida y oscura extensión de una de las salas de entrenamiento reales del Castillo Demonstone, Asher despertó de un profundo sueño, su despertar lento, su mente pesada con la niebla del esfuerzo.
Sus sentidos regresaron gradualmente, pero su mente aún se sentía turbia y fatigada. Intentó levantarse de su posición sentada, pero se encontró demasiado cansado para hacerlo sin ayuda.
—¡Maestro! Déjame ayudarte —dijo una voz, suave y preocupada.
Una figura seductora con cabello negro largo emergió de las sombras, su llamativa piel roja brillaba bajo la luz tenue y sus ojos azul oscuro desbordaban felicidad al ver a su maestro despertar después de todos estos días.
Sus grandes pechos se balanceaban tentadoramente mientras se apresuraba hacia su maestro y agarraba su brazo para ayudarlo a levantarse.