—Te ocuparás de un anillo a la vez, y eso te hará lidiar solo con unos cuantos miles de pergaminos. Luego descansarás, harás tus cosas y volverás más tarde para continuar con tu trabajo —dijo ella.
William obtuvo lo que ella quería de él. Se refería a copiar el contenido de los pergaminos y darles una copia a ellos y la otra a los propietarios de dichos pergaminos.
Eso no le importó. De hecho, al estar ellos presentes, iba a trabajar tranquilo, lejos de cualquier problema o interrupción.
William fue llevado al mismo lugar donde había ido antes para reunirse con los ancianos de la familia real. Allí encontró mucha más audiencia que antes, suficiente para llenar la vasta sala por completo, repleta de muchos maestros con diferentes atuendos.
En el momento en que William apareció allí; la sala entera se sumió en un pesado silencio. William escaneó el lugar, para descubrir que cada grupo llevaba el mismo atuendo, estando juntos.