—¿Sif, eres tú? —preguntó Neridia con expresión confundida mientras salía nadando del barco.
—M-Mi R-REINA ¿Tú estás... viva?! Oh Dios mío... —Sif habló mientras nadaba inmediatamente hacia Neridia y la abrazaba fuertemente.
—Oh, gracias a los dioses de los siete mares... Realmente eres tú, Sif. Pensé que habías muerto... —dijo Neridia mientras empezaba a llorar.
—Yo también, Mi Reina. Pensé que habías muerto cuando esos secuaces oscuros atacaron el castillo Real. Agradezco a todos los dioses que te protegen, Mi Reina. —dijo Sif.
—No sabes cuánto me alegra verte, Sif. —dijo Neridia mientras abrazaba a Sif de nuevo.
—Mi Reina, yo también. También estoy feliz... —dijo Sif mientras también comenzaba a llorar.
—Vaya, vaya... Qué emotivo reencuentro, pero estabas yendo hacia el barco apurada y gritando, '¡Ayuda, ¡Ayuda!'. ¿De qué iba todo eso? —Anon preguntó con expresión neutra.
Sif se separó lentamente de Neridia y se limpió la cara.