Anón salió del castillo con Remil y observó que Adeline estaba jugando con Reva, pero evitaba cualquier tipo de contacto físico.
—Vamos, damas —dijo Anón mientras miraba a Reva y Adeline.
—Sí, querido —dijo Adeline mientras empezaba a caminar detrás de Anón.
—Papá, ¿a dónde vamos? —preguntó Reva mientras agarraba el meñique de Anón y empezaba a caminar junto a él.
—Vamos a mi casa, la real —dijo Anón.
—Oh Dios mío, estoy tan emocionada de ir y ver dónde vive mi querido esposo —dijo Adeline mientras miraba a Remil con una expresión emocionada.
—S-Sí... yo también estoy emocionado —dijo Remil.
—Querido, ¿debo transformarme en mi forma de dragón? —preguntó Adeline con una sonrisa.
—No, vamos a ir a pie. Quiero ver qué está haciendo la capital real sin mí —dijo Anón mientras rechazaba la oferta de montar en la espalda de Adeline.
—Como ordene, querido —respondió Adeline con una sonrisa.
En un callejón oscuro y desconocido...