Anon cesó la reflexión cuántica, liberando al Ministro Real.
—Mi Reina, ¿debería intentar hacer que se incline ante usted con mi poder físico? Estos chicos que usan magia no son nada cuando se trata de fuerza física —habló otro Ministro Real. Poseía un físico bien desarrollado y muscular.
—Sí —ordenó la Reina.
—Como desee, mi Reina —dijo el Ministro Real, levantándose de su silla con una sonrisa en su rostro.
Acercándose a Anon, el Ministro Real colocó sus manos sobre los hombros izquierdo y derecho de Anon.
—Inclínate ante mi Reina, chico patético y débil —habló el Ministro Real mientras presionaba ambos hombros de Anon hacia abajo simultáneamente.
«Ahora, bájate, chico», pensó, pero de repente algo se sintió mal.
Olvida arrodillarse, ni siquiera pudo hacer que Anon se moviera de su posición.
—¿Qué sucedió? ¿Hay algo mal? —preguntó Anon con una sonrisa mientras miraba al Ministro Real.