Mansión de la Familia Paradise...
—¿Hmm...? ¿Dónde estoy? —Peter abrió los ojos y examinó su alrededor.
La primera persona que vio al despertar fue a Anon. Anon estaba sentado en una silla frente a él, fumando tranquilamente un cigarro y leyendo un libro.
—Hijo de perra... libérame ahora —gruñó Peter, con voz baja.
—Cariño... ¿estás despierto? —preguntó la madre de Ares con auténtica alegría.
—Lo estoy —respondió Peter con tono calmo mientras miraba alrededor.
—Cariño, este chico... me golpeó con una barra de hierro —comenzó a hablar su esposa.
—Lo sé, perra. Solo cállate por un minuto... —Peter la interrumpió con una furiosa maldición.
Puff-Puff
—Hmmm... Parece que la mitad de esta ciudad está en deuda contigo, ¿eh? —comentó Anon, continuando pasando las páginas del libro.
De repente, Peter miró alrededor y notó que todos sus guardias yacían sin vida en el suelo. Un escalofrío le recorrió la espalda al sentirse amenazado por la presencia de Anon.