Tras la rápida victoria de Rain sobre Dravik, un pesado silencio se cernió en la arena. Era como si la multitud intentara procesar lo que acababa de suceder. Sin embargo, a medida que pasaban los momentos, una ola de descontento comenzó a extenderse entre los espectadores. Susurros y murmullos comenzaron a llenar el aire, y pronto, abucheos y burlas dispersos surgieron de varios rincones de la arena.
Las reacciones de la multitud eran mixtas. Algunos creían que Rain había hecho trampa, mientras que otros simplemente no estaban dispuestos a aceptar el resultado. La idea de que un humano pudiera vencer a uno de los suyos en combate parecía inconcebible para muchos, especialmente considerando las apuestas involucradas. Rain se mantenía erguido en el centro de la arena, imperturbable ante las burlas y susurros, entendiendo que ganar había tenido un precio más allá de los amuletos apostados.