Mientras Rain relataba los diversos hitos y momentos encantadores de sus hijos, el genuino interés y la atención de Isa lo tranquilizaban. Para él, era una experiencia conmovedora, ya que sentía que había encontrado un oído atento y una presencia empática en ella. El vínculo entre ellos se fortalecía, y Rain apreciaba su disposición para participar en conversaciones que tenían un significado personal para él.
—Ahora veo el tipo de persona que eres —dijo Isa cuando el sol estaba saliendo—. Me preocupa el futuro de tus hijos si sigues consintiéndolos tanto. Espero que tus esposas sepan manejarlo mejor que tú.
—Supongo que sí —Rain se encogió de hombros.
—Te voy a enseñar los fundamentos de la magia que comenzamos a desarrollar hace tres mil años. No creo que puedas avanzar tanto como nosotros, pero puedes usar eso para proteger a tu familia y amigos —dijo Isa.
—¿En medio del día? —preguntó Rain.