El sexo fue más increíble que lo que normalmente sentían durante su dulce hacer el amor habitual.
Tal vez el estrés que experimentaron esta semana hizo que sus cerebros anhelasen más felicidad de lo usual. Cada empuje les brindaba tanto placer acoplado con relajación en sus cuerpos y almas.
—Yo también te amo —murmuró Emmelyn su respuesta con los ojos cerrados. Se mordió el labio y centró su atención en su unión física.
Al principio, en realidad se sintió un poco culpable por tener sexo mientras su hermano yacía sin vida no muy lejos de su castillo.
Sin embargo, pronto su mente estaba dispersa y no podía siquiera pensar en Killian, o en su bebé, o en la bruja, o en cualquiera de las cosas de este mundo que no fueran su esposo y el amor que él estaba derramando en ella.