Hicieron el amor lentamente y con pasión durante un buen rato. Había amor y calidez en cada movimiento, cada beso, cada susurro.
Aunque ya habían tenido relaciones sexuales muchas veces, esta era como la primera vez que sus corazones, cuerpos y almas se entrelazaban y se convertían en uno. Era tan hermoso.
—Yo también te amo —Emmelyn susurró entre jadeos mientras alcanzaba su clímax por enésima vez esa noche, y él la seguía hasta las nubes.
Se quedaron allí por un rato, su pequeño cielo en la tierra, antes de bajar lentamente y darse cuenta de que ya casi amanecía.
Era el primer día de invierno. El fuego se había extinguido completamente, dejando atrás algo de carbón ardiendo en la chimenea.
Sin embargo, ninguno de ellos sentía frío. Todo su ser estaba envuelto en un cálido sosiego.
Marte se giró hacia un lado y atrajo a Emmelyn hacia su abrazo. Besó su cabello y tomó la manta para cubrir sus cuerpos. Se sentía perfecto.