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Ella jadeó, abrumada por el repentino torrente de placer mientras el toque de Damien enviaba olas de éxtasis a través de su cuerpo.
Con una mano en su pecho izquierdo y la otra acariciando el derecho, él la exploró hábilmente, revelando un nuevo reino de intimidad que ella nunca había conocido antes.
—Hmm —sus gemidos escaparon desvergonzadamente de sus labios, e intentó sofocarlos, aunque fue inútil.
El placer era diferente a todo lo que había experimentado, y ansiaba más. Distraídamente, se recostó, dando a Damien mejor acceso, y sus gemidos se hicieron más fuertes en respuesta.
—Justo así —murmuró él, cambiando su atención a su pecho derecho y provocando su pezón con lentas y tentadoras lamidas. Aurora agarró su cabello, superada por la intimidad y sin querer que terminara.
Su lengua continuó dibujando círculos alrededor de su pezón sensible y, eventualmente, lo succionó, volviéndola loca de placer.