Damien miró a Penélope quien se veía desconsolada y deprimida —La corrupción no puede matarme, Ratón. Anímate.
Penny miró sus propias manos y las de él que ahora se unían, entrelazando sus dedos. Ella estaba segura de que iba a funcionar, segura porque había sido probado en una herida abierta así como en un árbol que se había marchitado por el clima para ser devuelto a la vida. Había estado esperando ansiosamente que Damien volviera para que ella pudiera deshacerse de la corrupción pero no sabía que iba a fallar así, sin un ápice de efecto.
—Sabes, a decir verdad, no me importa la corrupción ni un poco —dijo él, captando su atención. Ella levantó la cabeza para mirarlo a los ojos que estaban muy cerca en ese momento —Tener el corazón corrupto es bueno de alguna manera donde la poción nunca funcionará en mí.
—Pero el humo sí lo hizo —señaló ella, su mano agarrándose a la de él.