—Todos los altos gerentes sacaron sus teléfonos para revisar —dijo el narrador—. Al final, todos pusieron sus teléfonos en modo silencioso y ninguno de ellos tenía llamadas entrantes.
—Todos se giraron para mirar a Qin Yicheng —continuó—. El sonido del tono de llamada parecía provenir de su lado.
—Qin Yicheng también reaccionó y sacó su teléfono. Vio que era una llamada del Viejo Gu.
—No le importó las miradas de todos y contestó la llamada —explicó—. "Viejo Gu".
—Viejo Qin, conseguí la noticia para ti —la voz del Viejo Gu sonó algo sombría.
—¿Cómo está? —Qin Yicheng sintió su corazón saltarle a la garganta.
—Escuché que tu esposa estuvo involucrada en un caso de asesinato premeditado y ofendió a un gran jefe en la capital. He contactado a innumerables personas en Beijing y aún no he logrado averiguar a quién ofendió. Si tú sabes quién es, tal vez haya un rayo de esperanza… —El Viejo Gu le comunicó la noticia a Qin Yicheng.