En este momento, Qin Yicheng subió al escenario con un joven apuesto. Al verlo, los ojos de Qin Muran se iluminaron. Sus compañeros de clase le dieron paso a Qin Yicheng —Muran, mira quién ha venido.
Qin Muran miraba fijamente a Xi Yaohua. Sus ojos estaban llenos de lágrimas de felicidad. No esperaba que él pudiera llegar a su fiesta.
Por otro lado, Qin Yan también observaba al joven que estaba frente a ella. Lo reconoció de los recuerdos de la propietaria original. Él era un amigo de la infancia de ambas hermanas, pero inicialmente était más cerca de Qin Yan.
Él les traía todo tipo de juguetes y golosinas a ambas, pero le daba de comer a Qin Yan con sus propias manos.
La propietaria original también le tenía mucho cariño y corría a su alrededor llamándolo Hermano Yao. Ellos dos tenían una relación muy buena, tan buena que habían acordado casarse cuando crecieran.