El Rey Armen asintió ligeramente y dijo mientras su corazón se llenaba de esperanza para convencer al hombre frente a él:
—Deseo que el Rey Drayce nunca la obligue a hacer algo que ella no desee hacer y respete plenamente sus deseos.
Drayce esbozó una sonrisa mientras se reía para sus adentros del Rey Armen:
—¿Acaso era algo que había que pedir? ¿No es obvio desde que dije que la cuidaría bien? Pero parece que aún no confía en mí.
—¡Está bien! —Drayce accedió con indiferencia, pero por su tono, sonaba como si estuviera haciendo un gran favor al Rey Armen.
—¡Gracias! —El alivio era evidente en su voz.
—¿Cuándo puedo llevarme a mi novia conmigo? —preguntó Drayce—. Estoy seguro de que necesitaremos una ceremonia de boda antes de eso.
El Rey Armen estuvo de acuerdo:
—Planearemos en consecuencia.
—Prefiero que solo estén presentes las personas interesadas —comentó Drayce.
La intención de Drayce era clara: quería una boda pequeña y solo unos pocos testigos.