Los párpados de Neveah temblaron ligeramente cuando la inconsciencia dejó de ejercer su dominio sobre ella y su conciencia fue restaurada lentamente.
Sus ojos se abrieron débilmente, llevando su mano hacia arriba para protegerlos de la intensa iluminación de su entorno.
Por un momento, Neveah se preguntó exactamente dónde estaba, pero ese instante no duró mucho.
—¿Estás despierta? —alcanzó a oír Neveah una voz desconocida, la voz de una mujer.
Neveah gimió suavemente mientras inclinaba la cabeza hacia un lado, cerrando de nuevo los ojos cuando su cabeza giró por el repentino movimiento, distorsionando su visión.
—¿Dónde estoy? —preguntó Neveah sin abrir los ojos, su voz aún profunda por el agotamiento.
—Tu habitación... en el cuarto nivel —respondió la mujer sin vacilar.
—Cuarto nivel... —murmuró Neveah en voz baja mientras un suspiro tranquilo se escapaba de sus labios.