Seb estaba sentado en su estudio esperando que su portátil se encendiera. Había puesto el ultimátum frente a ella ayer y había recibido su respuesta por ahora. Parecía que ella había decidido evitarlo por el momento. Encogió de hombros. Ella podía hacer lo que quisiera hasta que él la hiciera cambiar de opinión. El divorcio no era una opción.
Finalmente, el lento portátil se encendió y la cara de su asistente apareció en la pantalla. —Sr. Frost, no hay asuntos urgentes para hoy, salvo uno. Es la Srta. Emma. Ella insiste en que organice una reunión con usted.
Seb frunció el ceño. ¿Quién era esta Srta. Emma? El nombre le sonaba familiar, pero definitivamente no conocía a ninguna persona así...