—Mientras Nora y Demetri se sentaban en los brazos del otro, el silencio los rodeaba tranquilamente, un golpe interrumpió su tiempo de calma —recordó ella—. Eso me recordó que estaba en su oficina y no en casa —enderezándose, ella parpadeó mirándolo e intentó levantarse de su regazo—. Debo irme.
—Los dedos de Demetri se apretaron en su cintura por un momento antes de que él sacudiera la cabeza —necesitamos almorzar. Ya le pedí a Ma que lo organizara.
—¿Cómo sabías que iba a venir aquí?
—Demetri sonrió y golpeó suavemente su nariz mientras decía —es porque lo sé todo.
—Nora rodó los ojos ante eso y estaba a punto de responder cuando alguien carraspeó —ejem ejem.