(Desde la Perspectiva de Azul)
Al final, logré ir de compras al día siguiente con Perita. Dion era demasiado pequeño, apenas tenía dos meses, así que no me atrevería a sacarlo afuera, al menos no con este calor. Dem se encargaría de él.
Dem había estado de mal humor todo el tiempo y supuse que seguiría así hasta que yo finalmente regresara. Me dijo que volviera antes del almuerzo y yo dije que así lo haría. Después de todo, yo también tenía un hijo y necesitaría volver a él rápidamente.
—Ya extraño a Dion —dije mientras Perita y yo nos sentábamos en la boutique más famosa de la capital. Llevábamos capas con capucha para ocultar nuestra identidad de la gente local. Cuando finalmente me la quité en la boutique, sentí como si mi alma pudiera respirar de nuevo.
Perita parecía un poco distraída. La empujé suavemente.
—¿Qué sucede? —le pregunté.
Ella negó con la cabeza. —Nada importante. Solo estoy pensando en pequeñeces —dijo.