—El maldito hijo de un...
—¡No hay tiempo para maldecir! —gritó Luc.
—¿Qué pasa? ¿Por qué apareces aquí de repente? —pregunté, sentándome y envolviéndome en la manta—. ¿Y además en medio de la noche?
—Supongo que exageré un poco. Pero eso no es lo importante ahora —dijo—. Tu habitación es insonorizada, ¿no es así?
—¿Es eso lo que deberías preguntar después de aparecer aquí de repente?! ¡Conseguiré un dispositivo anti-teletransporte a primera hora de la mañana! tendría que haberlo hecho antes —gritó Dem.
—Tomaré eso como un sí —dijo Luc, ignorando a Dem—. El caso es, seguramente deben haber recibido al menos una de mis cartas, ¿verdad? Les he estado enviando decenas de cartas...
—Cinco. Escribiste que enviaste cinco —lo corregí.