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85.71% One Piece - The Journey of the Snakes / Chapter 11: Capitulo 11: Vicealmirantes.

บท 11: Capitulo 11: Vicealmirantes.

[Pov – Unzen] 

 

El primer rayo de sol apenas había atravesado las densas nubes de Drum Island cuando nuestras médicas Kuja se reunieron en la cabaña de Kureha. La tormenta que había azotado la isla durante días finalmente había cedido, dejando un manto blanco de nieve y un aire fresco que se sentía como un nuevo comienzo. Los aldeanos, gracias al trabajo diligente de nuestras guerreras y la dirección experta de Kureha, se habían recuperado. Ahora, el verdadero desafío estaba por comenzar: el entrenamiento médico avanzado que habíamos venido a buscar. 

Kureha, siempre imponente en su actitud, estaba de pie frente a la mesa de trabajo, rodeada de frascos, hierbas y herramientas que parecían haber sido sacadas de los rincones más profundos de la isla. Sus ojos, fríos y calculadores, observaban a las médicas Kuja, evaluándolas incluso antes de comenzar el entrenamiento. Aunque ya habían demostrado su habilidad durante los últimos días, sabíamos que Kureha esperaba mucho más de ellas. 

Hancock y yo estábamos a un lado, observando. Había una energía palpable en la cabaña, un aire de expectación que llenaba el espacio mientras nuestras médicas se preparaban para recibir las enseñanzas de una de las doctoras más legendarias del Grand Line. Kureha no solo enseñaría técnicas básicas, sino que compartiría conocimientos que podrían salvar vidas en las circunstancias más extremas, algo que sería crucial para las Kuja en los tiempos venideros. 

Kureha finalmente rompió el silencio, su voz tan cortante como el viento que solía azotar la isla. "Habéis demostrado ser competentes en las situaciones que habéis enfrentado hasta ahora. Sin embargo, lo que viene a continuación será mucho más exigente. Aquí, no os enseñaré simplemente a curar heridas o tratar enfermedades comunes. Aprenderéis a manejar emergencias médicas en condiciones límite, donde cada segundo puede ser la diferencia entre la vida y la muerte." 

Aika, líder del grupo de médicas Kuja, dio un paso adelante, su postura tranquila y firme. "Estamos listas para aprender, doctora Kureha. Nosotras y nuestras compañeras hemos venido a mejorar nuestras habilidades para ayudar y proteger a isla." 

Kureha asintió con una leve inclinación de cabeza, aunque su mirada seguía siendo crítica. "Bien, entonces empecemos." 

 

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Las siguientes horas fueron una intensa lección de medicina avanzada. Kureha no escatimó en detalles, cubriendo desde la anatomía humana básica hasta complejas técnicas de tratamiento que solo alguien con décadas de experiencia podría dominar. Enseñaba con dureza, pero también con precisión. Cada error cometido por las médicas Kuja era corregido al instante, y cada lección se grababa profundamente en sus mentes. 

Aika, como líder natural, absorbía los conocimientos con rapidez, aplicando cada instrucción con la eficiencia que la había caracterizado durante la misión de rescate. Las demás médicas, aunque agotadas por los días de trabajo sin descanso, mostraban la misma determinación. Sabían que este entrenamiento era una oportunidad invaluable, y que no podían permitirse fallar. 

Kureha las desafiaba constantemente. Las enfrentaba a simulaciones de emergencias, donde debían improvisar tratamientos con los recursos limitados que tenían a su disposición. "No siempre tendréis todo lo que necesitáis," les dijo en un tono severo mientras una de las médicas luchaba por estabilizar a un paciente simulado con solo un conjunto básico de herramientas. "La clave no es solo saber qué hacer, sino cómo hacerlo cuando no tenéis nada." 

Hancock y yo permanecíamos al margen, observando en silencio. Sabíamos que este entrenamiento sería el punto de inflexión para nuestras médicas. Ya no se trataba solo de tratar heridas simples; Kureha estaba enseñándoles a ser médicas de guerra, a mantener la cabeza fría incluso en las circunstancias más caóticas. 

 

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Los días siguientes transcurrieron con la misma intensidad. Mientras las médicas Kuja seguían su riguroso entrenamiento, Hancock y yo nos turnábamos para supervisar el barco Kuja, asegurándonos de que todo estuviera en orden en el puerto. El clima se había calmado, pero el frío seguía siendo implacable. Cada vez que volvía a la cabaña, veía el progreso de nuestras guerreras. Estaban aprendiendo a aplicar técnicas que las transformarían en las mejores médicas de Amazon Lily, capaces de enfrentar cualquier desafío. 

Durante uno de esos días, mientras Hancock y yo caminábamos de regreso al puerto después de otra sesión con Kureha, ella habló en voz baja, con esa confianza que siempre la caracterizaba. "Kureha las está poniendo a prueba de una manera que nosotras no podríamos haber hecho. Es difícil, pero les va muy bien. Cada día veo cómo mejoran." 

Asentí, observando la neblina que envolvía las montañas. "Lo que aprenden aquí será clave para el futuro de Amazon Lily. Nuestras guerreras no solo serán las más fuertes en combate, también serán de las mejores en salvar vidas." 

Sabíamos que este conocimiento no solo fortalecería a nuestras médicas, sino también a toda nuestra tribu. Cada técnica que aprendieran aquí sería aplicada en situaciones futuras, y eso nos haría más fuertes en más de un aspecto. 

 

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Al final del tercer día, cuando el sol comenzaba a descender tras las montañas nevadas de Drum Island, Kureha finalmente nos llamó a Hancock y a mí. Sus ojos seguían siendo duros, pero había algo más en su expresión esta vez, algo parecido a la aceptación. 

"Vuestro equipo ha trabajado bien estos días," comenzó, mientras sus ojos recorrían a las médicas, que estaban exhaustas pero satisfechas. "Han demostrado que pueden manejar la presión y aprender lo que les enseño. No son perfectas, pero han pasado la prueba." 

Hancock y yo intercambiamos una mirada, sabiendo que habíamos alcanzado el primer gran objetivo de nuestra misión en Drum Island. 

"Si queréis que continúe su entrenamiento y las convierta en lo mejor que pueden ser, entonces cumplid con la última parte del acuerdo," dijo Kureha, su voz firme, pero sin arrogancia. "Son 60 millones de berry adicionales." 

Hancock y yo nos acercamos al rincón de la cabaña donde habíamos dejado el cofre, pesado y adornado, lleno de monedas de oro y joyas. Lo habíamos traído desde el barco como parte del acuerdo final, y ahora era el momento de entregarlo. Con un esfuerzo coordinado, lo levantamos y lo llevamos hasta donde Kureha esperaba. 

"Este cofre contiene mucho más de lo que pediste," dije mientras lo colocábamos frente a ella, el metal brillante reluciendo a la luz del fuego. "Cumplimos con lo acordado y sabemos que cada berry de este oro lo valdrá." 

Kureha se inclinó hacia el cofre, abrió la tapa con un movimiento sencillo y silencioso, y sus ojos recorrieron las monedas y joyas apiladas. Asintió levemente, con una mezcla de aprobación y profesionalismo en su mirada. 

"Es suficiente," dijo, cerrando el cofre con un suave chasquido. "Entonces, a partir de mañana, el entrenamiento se intensificará. Lo que aprenderán será más avanzado y exigirá aún más de ellas. Pero al final, os aseguro que serán capaces de enfrentar cualquier desafío médico, en cualquier lugar del Grand Line." 

Hancock, que había permanecido en silencio hasta ahora, sonrió ligeramente. "Estamos listas para lo que venga. Sabemos que todo esto valdrá la pena." 

Kureha observó a nuestras médicas una vez más, antes de girarse hacia su mesa llena de hierbas y herramientas. "Bien, entonces preparaos para lo que está por venir. Esto es solo el principio." 

Con esas palabras, supe que habíamos dado un paso crucial hacia nuestro objetivo final. No solo habíamos demostrado nuestro valor a Kureha, sino que también habíamos asegurado que nuestras médicas Kuja recibirían la mejor formación posible, lo que las convertiría en una parte vital del futuro de Amazon Lily. 

 

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El tiempo en Drum Island pasó con la misma intensidad con la que habíamos comenzado. Durante dos meses, las médicas Kuja se entrenaron incansablemente bajo la atenta y estricta guía de Kureha. La doctora no les dio tregua; sus días estaban llenos de lecciones sobre medicina avanzada, anatomía humana, el uso de hierbas raras y tratamientos de emergencia. El progreso era evidente, y nuestras médicas se fortalecían con cada sesión, volviéndose no solo más eficientes, sino también más confiadas. 

Mientras tanto, Hancock y yo no permanecíamos inactivas. Aprovechábamos el tiempo para salir con las guerreras Kuja, navegando por las aguas del Grand Line en busca de nuevas aventuras y recursos. A veces interceptábamos barcos piratas, otras veces los dejábamos pasar, dependiendo de lo que necesitáramos o si el saqueo valía la pena. Cada vez que abordábamos un barco enemigo, las Kuja mostraban su supremacía en combate, superando con facilidad a los piratas que intentaban resistir. Aquellas incursiones no solo llenaban nuestros cofres, sino que también mantenían nuestras habilidades de combate afiladas. 

El entrenamiento de las médicas seguía su curso con notable progreso. Aika, Sora y Reina habían demostrado ser excepcionales bajo la presión de Kureha, aprendiendo a improvisar con los recursos limitados de la isla, y perfeccionando su capacidad para enfrentar situaciones críticas. Durante el segundo mes, las médicas eran capaces de manejar emergencias por su cuenta, aplicando todo lo que habían aprendido en simulaciones creadas por Kureha, y cada vez más, la doctora les dejaba tomar la iniciativa en los tratamientos, observando con atención, pero interviniendo solo en momentos claves. 

Mientras ellas entrenaban, yo tenía otro objetivo en mente. En cada ocasión que las tormentas se calmaban y el entrenamiento se ralentizaba, aprovechaba para explorar la isla en busca de la Baku Baku no Mi, sin embargo, Drum Island era un territorio vasto y cubierto por una naturaleza hostil, lo que hacía que cada búsqueda fuera una prueba de paciencia. 

Un mes después de nuestro primer encuentro con Kureha, mientras Hancock y las demás guerreras se preparaban para otro viaje a la mar en busca de barcos piratas, yo me adentré nuevamente en las montañas nevadas de Drum Island. Estaba cada vez más convencida de que la Baku Baku no Mi estaba oculta en algún lugar remoto de la isla, fuera del alcance de la mayoría. Mi Haki de Observación me ayudaba a evitar los peligros naturales y animales salvajes, pero encontrar una fruta del diablo requería algo más que simples habilidades de rastreo. 

Pasaron varios días en los que no encontré nada significativo. La isla, con sus nevadas interminables y su terreno traicionero, hacía que el progreso fuera lento. Pero sabía que, si me rendía, Wapol eventualmente reclamaría ese poder. Y no podía permitir que alguien tan inútil como él obtuviera una fruta del diablo tan buena. 

Una tarde, mientras escalaba una de las cumbres más alejadas de Drum Rock, sentí un cambio en la energía alrededor de mí. El aire estaba más denso, y a través de mi haki, percibí una presencia inusual, algo que no pertenecía al entorno natural. Mi instinto me empujó a avanzar, y después de un par de horas más de exploración, lo encontré. 

En un claro rodeado por árboles cubiertos de nieve, vi la Baku Baku no Mi, flotando en una pequeña formación rocosa protegida del viento. Su aspecto era inconfundible, con su forma espiralada y colores oscuros. Al verla, supe de inmediato que había conseguido lo que estaba buscando. 

Con una mezcla de satisfacción y alivio, tomé la fruta, asegurándome de envolverla en un paño para protegerla. Sentía su energía única, esa vibración extraña que solo las frutas del diablo emitían. Había sido una búsqueda larga, pero ahora estaba segura de que ese poder estaría en nuestras manos, no en las de un inepto como Wapol. 

De regreso en la cabaña, me encontré con Hancock, que había vuelto de una de nuestras incursiones con las guerreras. Sus ojos me observaron con curiosidad, notando que traía algo importante conmigo. 

"¿Qué has encontrado?" preguntó, su tono tan confiado como siempre, pero con una chispa de interés. 

Con una leve sonrisa, desenrollé el paño que cubría la fruta y le mostré la Baku Baku no Mi. Hancock me miró sorprendida, aunque en su rostro también se reflejaba una satisfacción tranquila. Sabía cuánto tiempo había pasado buscándola. 

"Es la Baku Baku no Mi," le dije. "La encontré en lo alto de las montañas." 

Hancock se cruzó de brazos, su expresión pensativa mientras miraba la fruta. "Esto es un recurso valioso, Unzen. Hay que ver quien la consume, podríamos aprovechar sus habilidades para la tribu." 

"Lo sé," respondí. 

Con la fruta asegurada, sabíamos que teníamos un poder más que añadir a nuestra creciente fuerza. Mientras tanto, el entrenamiento de las médicas Kuja continuaba con fuerza, y Kureha las llevaba a niveles más altos de destreza cada día. Nuestra misión en Drum Island estaba cerca de completarse, pero todavía había decisiones importantes por tomar sobre el futuro de Amazon Lily. 

 

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Sentada en la proa del barco estaba pensando en cómo aprovechar los poderes de la Baku Baku no Mi. Necesitaba volver a Amazon lily y hacer que una de las mujeres de la isla y que sea bastante fuerte, la comiera para empezar a sintetizar metal y madera para mejorar la isla y para empezar a construir barcos más fuertes. 

"Podríamos vender el metal y la madera en Water 7.... Mmmm, es una buena idea. Así conseguiremos más dinero para la isla." 

Mientras estaba ahí pensando se escucharon a las vigías del barco. "barcos a la vista." 

Levantándome de donde estaba fui a ver de qué se trataba, me acerqué a la barandilla para ver de qué se trataba. 

A lo lejos se podía ver tres barcos de la marina. "otra vez ellos." con mi observación haki explore los barcos a fondo. podía sentir que la mayoría eran soldados estándar, pero en el barco del centro sentí dos presencias poderosas. Dos auras fuertes que no debía subestimar. 

sin perder tiempo me gire y les grite a mí tripulación, "prepárense para la batalla." 

El barco entró en acción al instante. Las guerreras comenzaron a moverse con rapidez, tomando posiciones, desenvainando sus armas, y ajustando sus arcos con sus flechas. 

me acerque a Hancock, que estaba de pie en la cubierta. "hay algunas auras fuertes viniendo, prepárate." 

Hancock me miró, su rostro serio, pero sus labios formaron una pequeña sonrisa confiada. "Siempre lo estoy." 

Los tres barcos de la Marina se acercaban rápidamente. Desde donde estábamos, ya se podían ver a los marines corriendo por las cubiertas, preparando sus cañones y armas. El barco central, el más grande de los tres, estaba claramente comandado por alguien importante. Las dos presencias que sentía a bordo eran fuertes, y podía notar que este no sería un enfrentamiento común. 

Me concentré un momento más, buscando más información con mi haki. Las dos auras poderosas en el barco central eran diferentes. Una de ellas era fría y calculadora, una presencia que denotaba disciplina y control. La otra, en cambio, era más volátil, como una llama lista para desatar su furia en cualquier momento. Probablemente se trataba de oficiales de alto rango, pero aún no podía saber quiénes eran. 

"¿Crees que vendrán a negociar o directamente al ataque?" preguntó Hancock, aunque su tono sugería que ya conocía la respuesta. 

"Con la Marina, siempre es mejor prepararse para lo peor," respondí, con una sonrisa ligera pero lista para la batalla. "Nos enfrentamos a ellos antes, y dudo que vayan a ser diplomáticos esta vez." 

Hancock asintió, sus ojos afilados mientras observaba los barcos acercarse. "Entonces, les daremos la bienvenida adecuada." 

Las guerreras Kuja estaban listas. En sus rostros no había ni un ápice de miedo. Sabían que cada una de ellas había sido entrenada para estos momentos. Las Kuja no retrocedían ante nadie, y mucho menos ante la Marina. 

Uno de los barcos comenzó a girar, posicionándose para disparar con sus cañones. Lo vi claramente, y sabía que el enfrentamiento estaba a punto de comenzar. 

"¡Cañones, a la izquierda!" grité, avisando a la tripulación para que se prepararan. Las guerreras respondieron al instante, listas para esquivar o contrarrestar el ataque. 

Un disparo resonó desde el barco de la Marina, pero ya estábamos listas. Las Kuja, con una velocidad y agilidad que superaban cualquier táctica de combate de la Marina, maniobraron rápidamente. Las serpientes Yuda, entrenadas para este tipo de combates, tiraron del barco para esquivar el proyectil, mientras yo y otras guerreras preparamos nuestros ataques. 

"¡Flechas listas!" ordené, levantando mi mano. Las Kuja siguieron mi ejemplo, todas alineándose para disparar. 

Con el barco de la Marina aún a la distancia, di la señal, "¡disparen!" apuntando directamente a la tripulación que operaba los cañones. Mis guerreras soltaron sus flechas con precisión mortal. 

Las flechas de las Kuja volaron en perfecta sincronización, imbuyendo cada proyectil con Haki de Armamento, lo que les daba una fuerza y precisión devastadora. Las flechas atravesaban los cascos de los barcos de la Marina y las defensas de los soldados, impactando con una contundencia letal. Los gritos de los marines resonaban desde los barcos enemigos mientras los proyectiles golpeaban con fuerza inhumana, y los cañones caían en silencio cuando los operadores de artillería eran abatidos. 

"¡Cañones, a la izquierda!" grité cuando uno de los barcos enemigos giró para posicionar sus cañones hacia nosotras. Nuestras serpientes Yuda respondieron con agilidad, moviendo el barco fuera del rango del disparo justo a tiempo. Las flechas volaron inmediatamente después, destruyendo los cañones enemigos antes de que pudieran recargar. 

Hancock, que observaba el caos con una confianza inquebrantable, se giró hacia mí. "Puedo sentirlo también," comentó, su mirada fija en el barco central. "Esas dos auras... No son comunes." 

Asentí, mi atención todavía enfocada en esos individuos. "No sé quiénes son, pero están aquí por nosotras. Tienen que ser al menos vicealmirantes." 

Hancock esbozó una sonrisa fría, la típica de alguien que estaba más que preparada para cualquier desafío. "Ese será un buen desafio, les enseñaremos lo que significa enfrentarse a las Kuja." 

Los tres barcos de la Marina se acercaban cada vez más, y los disparos de cañón se sucedían en oleadas. Sin embargo, nuestras serpientes Yuda maniobraban con destreza, evitando los proyectiles con facilidad. Las guerreras Kuja respondían con precisión mortal, sus flechas reforzadas con Haki impactaban en los puntos clave de las naves enemigas, desactivando la artillería y provocando el caos entre los marines. Pero aún, los dos individuos poderosos no habían revelado sus cartas. 

De repente, lo sentí. Una de las auras se movía, rápido y preciso. Vi cómo una figura oscura saltaba desde el barco central, aterrizando en el aire como si hubiera sido lanzada. La figura se desplazaba a una velocidad vertiginosa, utilizando lo que parecía ser Geppo para mantenerse suspendida mientras se dirigía hacia nuestro barco. 

"Prepárate," advertí a Hancock. "Viene uno de ellos." 

El individuo aterrizó en nuestra cubierta con una fuerza impactante. Era un hombre alto, con cabello corto y ojos penetrantes. En su mano llevaba una espada larga, que brillaba con un aura amenazante. Su presencia era sofocante, una mezcla de control absoluto y agresión contenida. No necesitaba decir nada para que supiéramos que no era un marine cualquiera. 

"Así que, vosotras sois las famosas Kuja," dijo el hombre con una voz grave, llena de confianza. "No esperaba que vuestra reputación fuera merecida, pero veo que tal vez no sois solo rumores." 

Hancock se adelantó, observando al hombre con una mezcla de curiosidad y desdén. "Hmp, estás muy equivocado si crees que puedes intimidarnos con palabras vacías." 

El hombre sonrió, aunque no era una sonrisa amistosa. "No, no intento intimidarlas. Solo vengo a detenerlas aquí." 

Sin más preámbulo, se lanzó hacia Hancock con una velocidad y precisión increíbles. Su espada cortó el aire en dirección a ella, pero Hancock, con su gracia y agilidad inigualables, esquivó el ataque con facilidad, moviéndose con una fluidez casi imposible de seguir. Giró sobre su talón y lanzó una patada imbuida con Haki de Armamento directamente hacia su oponente. 

El impacto resonó en la cubierta, y el hombre retrocedió unos pasos, sorprendido por la fuerza del golpe. Sin embargo, rápidamente se reajustó, una sonrisa de respeto curvándose en sus labios. "Impresionante. Pero no será suficiente." 

Mientras Hancock intercambiaba golpes con su oponente, sentí que la segunda aura poderosa también se movía. Otra figura apareció en el aire, avanzando hacia nosotras con una calma que contrastaba con la ferocidad del combate. Este individuo aterrizó con suavidad en la cubierta, su presencia era aún más calculadora y metódica que la del primer hombre. Su porte era frío, y su aura transmitía una amenaza silenciosa. 

"Así que tú debes ser la capitana de este barco," dijo en un tono suave pero cargado de autoridad. Sus ojos afilados recorrieron cada uno de mis movimientos, como si ya estuviera calculando el desenlace del combate. "No disfruto de la violencia, pero parece que no tendremos otra opción." 

Lo observé detenidamente, mi mano descansando sobre la empuñadura de mi katana, Uminari. "Si no disfrutas de la violencia, entonces esta batalla puede ser un poco aburrida." 

El hombre no se inmutó ante mi comentario. Con un movimiento fluido, desenvainó su espada. "No soy como los demás. No atacaré impulsivamente, pero cuando lo haga, no tendrás escapatoria." 

Me preparé para el enfrentamiento. A pesar de que su aura fría indicaba que era calculador, no me intimidaba. Con un rápido movimiento, desenvainé mi katana, dejando que el poder de mi Haki de Armamento fluyera a través de la hoja. 

El hombre avanzó lentamente, cada paso calculado, como si midiera mi fuerza con cada movimiento. Y entonces, en un abrir y cerrar de ojos, se lanzó hacia mí. Nuestras espadas chocaron con un estruendo metálico que resonó por toda la cubierta. Cada golpe que intercambiábamos estaba reforzado por Haki, y aunque su técnica era precisa, yo no retrocedía. 

"Esto será interesante," murmuré para mí mientras desviaba uno de sus golpes, sintiendo el peso de su experiencia en cada movimiento. 

A nuestro alrededor, la batalla continuaba. Las guerreras Kuja dominaban a los marines, sus flechas imbuidas con Haki de Armamento desmantelaban las defensas del enemigo. Sin embargo, la intensidad del combate con estos dos hombres era diferente. Eran de otro nivel, una amenaza real que no debíamos subestimar. 

Hancock, que seguía intercambiando golpes con su oponente, parecía disfrutar del desafío. El vicealmirante con el que luchaba tenía una fuerza impresionante, pero Hancock no era una guerrera común. Sus ataques eran rápidos y devastadores, sus patadas imbuidas con Haki hacían retroceder a su enemigo una y otra vez. Pero, a pesar de ello, él seguía levantándose. 

"¿Es todo lo que tienes?" preguntó Hancock con un tono burlón. 

"Ni mucho menos," respondió el hombre, lanzándose hacia ella una vez más con un grito feroz. 

Al mismo tiempo, mi combate con el vicealmirante frente a mí se intensificaba. Cada golpe que intercambiábamos estaba lleno de precisión y fuerza. Sabía que estaba probando mis defensas, buscando un punto débil. Pero no era alguien que cayera tan fácilmente. 

"Vas a tener que hacerlo mejor que eso," le dije mientras desviaba su espada y lanzaba un contraataque con mi katana. El filo de mi espada, cubierto de Haki, cortó el aire, y aunque él logró bloquear el ataque, el impacto fue suficiente para hacerle retroceder unos pasos. 

El vicealmirante esbozó una leve sonrisa, como si finalmente hubiera encontrado un oponente digno. "Interesante. Pero aún no has visto todo lo que puedo hacer." 

"Lo mismo podría decirte," le respondí, con una sonrisa desafiante en mis labios. 

Sabía que, aunque estaba reteniendo el uso de mi Ryu Ryu no Mi, podría necesitarlo si la situación se volvía más crítica. Por ahora, me concentraría en derrotarlo sin la ventaja de mi fruta del diablo, confiando en mi habilidad con la espada y mi Haki

El viento soplaba con fuerza mientras nuestras espadas volvían a chocar. Cada golpe, cada choque de acero era un recordatorio de que este combate no sería fácil. Pero una cosa estaba clara: ni Hancock ni yo teníamos la intención de perder. 

 

[Pov – 3rd Person] 

 

Hancock se enfrentaba a un oponente formidable en medio de la tormenta de batalla. El vicealmirante, un hombre de gran estatura con un porte imponente, sostenía su espada con una precisión calculada. Su presencia era una mezcla de fuerza bruta y agilidad inesperada, y cada movimiento suyo estaba cargado con una habilidad y una amenaza que no podían ser subestimadas. 

El combate comenzó con un intercambio de ataques rápidos y letales. Hancock se movía con una gracia sobrenatural, sus movimientos eran fluidos y calculados, con el uso de su Haki esquivaba con agilidad cada uno de los golpes pesados del vicealmirante. Cada vez que su espada descendía en un arco mortal, Hancock respondía con una serie de patadas y golpes imbuidos con Haki de Armamento, cada uno de ellos diseñado para debilitar a su oponente. 

El vicealmirante, sin embargo, no era fácil de superar. Sus movimientos eran metódicos y precisos, cada ataque y defensa estaba calculado con una exactitud que desafiaba a Hancock. Cada vez que ella lograba esquivar un golpe, él se reajustaba instantáneamente, volviendo a la ofensiva con una rapidez que mantenía a Hancock en constante alerta. 

"Impresionante," dijo el vicealmirante, su voz grave resonando en medio del estruendo de la batalla. "No eres la primera que enfrenta mi espada, pero eres la primera en desafiarme con tal habilidad." 

Hancock no respondió con palabras. En lugar de eso, intensificó su ofensiva. Sus ataques se volvían cada vez más agresivos, y sus patadas, reforzadas con Haki, golpeaban con una fuerza que parecía desafiar la resistencia del vicealmirante. Sin embargo, él bloqueaba y desviaba cada uno de sus movimientos con una habilidad que demostraba su vasta experiencia. 

El vicealmirante contraatacaba con una furia renovada. Cada uno de sus golpes estaba cargado con una fuerza que hacía temblar el aire, y sus ataques estaban diseñados para desgastar a Hancock. Ella podía sentir el peso de cada golpe que bloqueaba, y aunque su agilidad y habilidad eran superiores, sabía que no podía permitirse errores. 

A medida que la batalla se prolongaba, Hancock comenzó a notar que el vicealmirante no solo dependía de su fuerza física. Sus movimientos eran una mezcla de técnica y estrategia, y cada ataque parecía estar destinado a probar y explotar las debilidades de Hancock. A pesar de su habilidad, el vicealmirante estaba logrando mantener la batalla en un empate, obligando a Hancock a adaptarse y cambiar su enfoque constantemente. 

El viento soplaba con fuerza mientras los dos combatientes se movían por la cubierta del barco. Hancock esquivaba los ataques del vicealmirante con una rapidez que parecía desafiar las leyes de la física, pero él no se dejaba desbordar. Cada uno de sus movimientos estaba diseñado para presionar y desgastar, y cada vez que Hancock lograba un ataque, él se recuperaba rápidamente y contraatacaba con una intensidad renovada. 

"Tu técnica es impresionante," dijo el vicealmirante, mientras bloqueaba un golpe con su espada y lanzaba un ataque con un giro sorprendente. "Pero necesitarás más que eso para derrotarme." 

Hancock, con la determinación brillando en sus ojos, no se dejó intimidar. Sus ataques se volvieron más impredecibles, y su agilidad y velocidad aumentaron. Cada uno de sus movimientos estaba imbuido con el poder de su Haki de Armamento, y cada golpe y patada estaba diseñado para encontrar y explotar las debilidades del vicealmirante. 

A pesar de la intensidad de la batalla, el vicealmirante no se daba por vencido. Sus ataques se volvieron más agresivos, y cada golpe parecía estar destinado a romper las defensas de Hancock. A medida que el combate continuaba, Hancock podía sentir que el vicealmirante estaba usando su Haki de una manera calculada, buscando desgastar y superar sus defensas. 

El intercambio de golpes se volvió una danza mortal, un juego de habilidad y resistencia en el que ambos combatientes estaban empujando sus límites. Cada vez que Hancock parecía tener la ventaja, el vicealmirante respondía con una fuerza y precisión que desafiaba sus expectativas. La batalla era un constante tira y afloja, un enfrentamiento que parecía no tener fin. 

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Hancock encontró una apertura. El vicealmirante había lanzado un ataque particularmente agresivo, y en su momento de vulnerabilidad, Hancock aprovechó para ejecutar un contraataque decisivo. Con una patada rápida e imbuida con Haki, logró impactar en el costado del vicealmirante, haciéndolo retroceder y tambalearse. 

Sin embargo, el vicealmirante no se dio por vencido. Con una determinación renovada, se recuperó rápidamente y lanzó un contraataque con una furia que parecía casi inhumana. Hancock tuvo que esquivar y bloquear con rapidez, su respiración se volvía cada vez más pesada mientras mantenía su concentración al máximo. 

A pesar de la intensidad del combate, Hancock no perdió su compostura. Sabía que tenía que mantener la presión y no permitir que el vicealmirante recuperara la ventaja. Con un movimiento rápido y preciso, ejecutó una serie de ataques finales, cada uno de ellos imbuido con el poder de su Haki y diseñado para superar las defensas del vicealmirante. 

Hancock estaba inmersa en la batalla, su mirada fija en el vicealmirante que tenía delante. Cada uno de sus movimientos estaba imbuido con una precisión y fuerza que desafiaban a su oponente, y el intercambio de golpes entre ellos estaba alcanzando una intensidad abrumadora. 

El vicealmirante, a pesar de estar retrocediendo bajo la presión de Hancock, no se dejaba vencer fácilmente. Su habilidad para bloquear y contrarrestar los ataques de Hancock demostraba su experiencia en combate. A pesar de que los ataques de Hancock eran rápidos y letales, él respondía con una combinación de fuerza bruta y técnica refinada. 

Hancock sabía que necesitaba un golpe decisivo para terminar la batalla. Después de una serie de intercambios intensos, logró encontrar una apertura en la defensa del vicealmirante. Con un movimiento rápido y decidido, reunió toda su energía y lanzó una patada devastadora, imbuida con su Haki de Armamento, hacia el costado del vicealmirante. 

Sin embargo, justo cuando parecía que el golpe iba a impactar, el vicealmirante reaccionó con una velocidad sorprendente. Con un giro rápido, logró bloquear el ataque de Hancock con su espada, desviando la patada y desestabilizando a Hancock en el proceso. Aprovechando la apertura, el vicealmirante contraatacó con un golpe vertical de su espada, impactando en el costado de Hancock con una fuerza formidable. 

El impacto fue abrupto y violento. Hancock sintió un dolor agudo mientras era empujada hacia atrás, su cuerpo chocando contra la barandilla del barco. El golpe la sorprendió y la hizo tambalearse, perdiendo temporalmente su equilibrio. La batalla había tomado un giro inesperado y desafiante. 

El vicealmirante no perdió el tiempo. Viendo la oportunidad, avanzó rápidamente hacia Hancock, sus movimientos llenos de determinación y agresión. Su espada descendió con una fuerza abrumadora, cada golpe buscando aprovechar la vulnerabilidad de Hancock. Ella, todavía aturdida por el golpe, tuvo que reunir rápidamente su enfoque para evitar ser herida nuevamente. 

Con un esfuerzo monumental, Hancock logró recuperar su compostura. Se apartó de los ataques del vicealmirante con agilidad, esquivando y bloqueando con su Haki de Armamento. Su respiración era pesada, y podía sentir el peso del combate en cada músculo. A pesar del dolor, su determinación no flaqueaba. Sabía que debía redoblar sus esfuerzos si quería ganar. 

"¡No te subestimes!" exclamó el vicealmirante, mientras lanzaba una serie de ataques rápidos y precisos. Su técnica era impecable, y cada uno de sus golpes estaba diseñado para desgastar y desmoralizar a Hancock. La batalla se convirtió en un torbellino de ataques y defensas, una danza mortal en la que cada uno buscaba superar al otro. 

Hancock luchaba con cada onza de su fuerza y habilidad. Sus ataques eran meticulosos, buscando desorientar y desarmar al vicealmirante. A pesar de su habilidad para mantener la presión, sabía que el vicealmirante era un adversario formidable, y cada movimiento debía ser calculado con precisión. 

Finalmente, después de un intercambio prolongado de golpes, Hancock encontró otra apertura. Con un movimiento preciso, lanzó una serie de patadas rápidas y golpeó con su Haki de Armamento, buscando superar las defensas del vicealmirante. Sin embargo, él se recuperó rápidamente, bloqueando y contraatacando con una técnica que parecía no tener fin. 

El combate continuaba con una intensidad abrumadora. Cada golpe, cada intercambio de ataques, estaba lleno de una fuerza y determinación que desafiaban a ambos combatientes. Hancock, aunque exhausta y adolorida, no permitía que su espíritu se quebrara. Sabía que debía mantenerse firme y superar el desafío que tenía delante. 

El viento soplaba con fuerza mientras la batalla seguía su curso. Hancock y el vicealmirante estaban empujando sus límites, sus movimientos se volvieron cada vez más desesperados y calculados. El combate se había convertido en una prueba de resistencia y habilidad, y ambos luchadores estaban dispuestos a dar lo mejor de sí mismos. 

Finalmente, después de un largo y agotador enfrentamiento, Hancock logró encontrar una apertura definitiva. Con un último esfuerzo, lanzó una serie de ataques combinados, cada uno imbuido con el poder de su Haki de Armamento. Sus movimientos fueron precisos y devastadores, y finalmente logró impactar directamente en el costado del vicealmirante con un golpe que combinaba fuerza y técnica. 

El impacto fue abrumador. El vicealmirante cayó al suelo, derrotado y sin capacidad para continuar. La batalla había terminado, pero Hancock estaba exhausta. Su respiración era pesada, y su cuerpo estaba lleno de dolor, pero su expresión mostraba una mezcla de satisfacción y determinación. 

Mientras el vicealmirante yacía en el suelo, Hancock se giró para observar el resultado de la batalla. A su alrededor, las guerreras Kuja estaban luchando con la misma intensidad y habilidad que ella había demostrado. La batalla aún no había terminado, pero Hancock sabía que su victoria sobre el vicealmirante era un paso importante. 

Con un último vistazo al vicealmirante derrotado, Hancock se preparó para enfrentar el siguiente desafío. La batalla estaba lejos de terminar, y había más trabajo por hacer. Pero, por ahora, se permitió un breve momento de respiración, sabiendo que había superado un desafío formidable y demostrando una vez más su habilidad y determinación. 

 

 

 

 

 


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